José Fermoso Domínguez, ingeniero e investigador en el Área de Tecnología Ambiental de CARTIF, centro tecnológico de Valladolid, forma parte de distintos proyectos en los que se buscan soluciones naturales frente al cambio climático. Uno de ellos es el que se va a acercar a Benavente, lugar donde pasó su infancia y adolescencia, el próximo lunes al IES Los Sauces en que junto a Salustiano Torre, investigador del CSIC, expondrán soluciones naturales para adaptar las aulas al cambio climático. La falta de concienciación ciudadana y de inversión por parte de empresas e instituciones en la investigación son aliados del cambio climático.

–Hablemos de la charla del próximo lunes en que expondrán iniciativas del proyecto europeo MyBuildingisGreen que busca soluciones al cambio climático con aplicaciones en los edificios.

–Estamos en la etapa de difusión del proyecto. En él se buscan soluciones al cambio climático en edificios que no tienen sistemas de ventilación forzada, no tienen aire acondicionado en verano. El proyecto está orientado a integrar soluciones basadas en la naturaleza, como cubiertas verdes que aíslen un poco más de la radiación solar al edificio, y soluciones verdes en la zona del patio, así como enseñarles cómo implementar fórmulas de ventilación forzada para refrescar el aire, sobre todo, en el verano.

–En la actualidad, algunas de las aplicaciones se están llevando a cabo para evitar el riesgo de contagio por COVID como puede ser la ventilación de las aulas.

–Ahora con el tema de la pandemia se aplican criterios parecidos para bajar los niveles de CO2 que es un indicador de cuándo estás ventilando bien para evitar el riesgo de contagio. Inicialmente con este proyecto pensábamos en la época de verano. Pero con el tema de la pandemia ha surgido una aplicación extra que es implementar las formas de ventilación natural para reducir los niveles de CO2, indicador que utilizamos para ver que hay una ventilación adecuada. No es necesario tener mucho tiempo las ventanas abiertas y ahora en época de invierno casi es contraproducente y puede generar rechazo a la necesaria ventilación.

–¿Cómo tendría que ser esa ventilación para que sea efectiva frente al COVID?.

–Hay estudios de gente que trabaja en el campo de la ventilación de interiores que han hecho modelados de qué concentración de CO2 podría ser la adecuada en el interior de aulas. Estamos hablando de un aula tipo de entre 15 y 25 alumnos, y se ha encontrado que con concentraciones que no sean superiores a 700 ppm de CO2, el riesgo de que una persona respire el aire que ha exhalado otra, manteniendo las distancias de seguridad, es inferior al 1%. Con este “simple” indicador podemos reducir mucho el riesgo de que haya un contagio debido a los aerosoles. Teniendo la puerta abierta y buscando la ventana adecuada en el aula podemos conseguir esos niveles. Lo que podemos intentar hacer con ese medidor es ver como funciona en cada aula. A primera hora no sería necesario abrir las ventanas, las primeras horas del día que son las más complicadas. Si podemos aguantar la primera media hora de clase sin abrir y mirando que en el medidor de CO2 se mantienen los niveles, vamos a hacerlo. Si vemos que esos niveles suben por encima de 700 ppm podemos abrir una ventana y la puerta durante 10 o15 minutos, dependiendo de si hay o no viento. Estamos asegurando así unas buenas condiciones de ventilación a las aulas sin pasar el frío si tenemos todo el día las puertas y ventanas abiertas.

–¿Las soluciones que proponen son todas basadas en la naturaleza?

–Sí, algo sencillo sería poner sistemas de aire acondicionado y que, además, renovaran el aire. Se podría hacer. Pero implicaría un gasto energético asociado muy alto y creemos que con soluciones naturales se puede hacer.

–Soluciones que, en definitiva, buscan revertir el cambio climático.

–Hay un dicho en este campo que dice que “la máquina más eficiente para reducir el cambio climático es un árbol” porque es muy sencillo de plantar, mantener y está constantemente consumiendo CO2 para su crecimiento. Las fórmulas que nosotros implementamos al utilizar la naturaleza implican una reducción del cambio climático por ese lado, pero también implementarla en los edificios lo que hace es que gastemos menos energía para climatizarlo y evitamos emisiones que se producirían si no las utilizáramos.

–¿Estas soluciones que proponen están disponibles ya?

–Hay algunas que están disponibles, como cubiertas verdes o en fachadas. Nosotros en el proyecto damos un paso más allá, con el fin de que sean más baratas y el mantenimiento sea muy sencillo de realizar y que requiera poco mantenimiento. Sabemos que en los colegios no se dedica mucho presupuesto al mantenimiento de este tipo de soluciones. También hay investigaciones más innovadores yendo a funcionalidades mucho más allá por ejemplo para filtrar emisiones de chimeneas, de aparcamientos o de túneles. Todavía no están en el mercado.

–¿Cuáles pueden ser más asequibles?

–Para un colegio de Évora (Portugal) tenían el condicionante de que el tejado era plano con unos paneles que no aguantaban mucho peso, entonces desarrollamos una cubierta verde extensiva, que es un sistema con un espesor de 8 centímetros como máximo que lleva el sustrato y la vegetación, y que la soluciones normalmente requieren riego en el verano. Nosotros lo que hemos desarrollado un prototipo en el que hemos metido esa cubierta verde en una especie de bolsas blancas, con lo que evitamos tener que regar. No va a necesitar ningún riego y podemos dejarlo instalado sin necesidad de mantenimiento asociado.

–¿Con la pandemia se han podido ver iniciativas para favorecer el medio ambiente?

–Algunas sí que se han visto. El dinero que se va a dar desde Europa para la recuperación económica sí que se ha establecido que las inversiones estén ligadas a un carácter de sostenibilidad o por lo menos que no implique un deterioro de los recursos naturales. Yo vivo en Valladolid y aquí se está intentando relanzar desde el Ayuntamiento la movilidad más sostenible en forma de patinetes eléctricos y bicicletas intentando ampliar los carriles bici. Es algo que implicará un cambio de conciencia, pero se está impulsando porque la movilidad no se está haciendo de modo sostenible y es algo que hay que cambiar.

–Desde CARTIF está trabajando en la búsqueda de soluciones técnicas para la reducción de emisiones de la movilidad.

–Sí a través del proyecto Life Equinox hicimos una implementación en Madrid. Trabajamos en varios proyectos para mejorar la calidad del aire en ciudades. Orientado a los contaminantes que más afectan directamente a la salud como son los óxido de nitrógeno y partículas. En este proyecto hicimos una demostración en Madrid de una pintura fotocatalítica que se aplica sobre el asfalto y captura parte del dióxido de nitrógeno. Es una aplicación más, pero la solución para mejorar la calidad del aire tiene que ser reducir las emisiones bien reduciendo la cantidad de coches o cambiando el tipo de movilidad. Tenemos también otras iniciativas, el proyecto europeo NEMO con el que tenemos varios sistemas intentando mejorar la calidad del aire. Un primer dispositivo que intenta detectar los coches que más contaminan y este equipo mira las emisiones que salen por el tubo de escape y si están altas lee las matrículas y da un aviso para decir que necesita mantenimiento. Estamos trabajando con la DGT para que sea obligatorio que ese conductor reduzca las emisiones. También desarrollando unas barreras para el tráfico que tienen un extractor, que funciona con placa solar, y absorbe parte del humo que hay en ese entorno. Esperamos que un par de años podamos demostrar que funciona.

–¿Qué es necesario para dar ese salto definitivo en la lucha contra el cambio climático?

–Falta concienciación a nivel ciudadana que somos los que tenemos que pedir esos cambios, falta voluntad política y también falta inversión en ciencia e innovación para el desarrollo de nuevos productos. No hay fondos para hacer inversión en medio ambiente.