Con ganas de divertirse y la mirada risueña que le caracteriza, la abuela de la comarca y la segunda persona más longeva de la provincia, Vicenta Prieto Santos, acaba de cumplir 108 años, que no son pocos.

Vicenta Prieto Santos, de Santa Croya de Tera, forma parte del selectivo club de personas que han superado los cien años de vida. En España sobrepasan los 105 años más de 200 personas, casi todas ellas mujeres, hombres que sobrepasan esa franja de edad, muy pocos. Vicenta Prieto ya fue homenajeada por LA OPINIÓN-EL CORREO el año pasado, como una de las zamoranas más longevas de la provincia. El periódico le regaló la portada del día en que nació

Vicenta Prieto es la abuela de la comarca de Benavente y la segunda más longeva de la provincia tras la sanabresa y residente en la residencia de Roales, Pilar García, a punto de cumplir 109 años el 14 de febrero.

La abuela Vicenta celebró el domingo su cumpleaños como a ella le gusta hacerlo, rodeada entre sus familiares y sus vecinos de Santa Croya de Tera, donde nació un 22 de febrero de 1909, y de sus compañeros de la residencia de Santibáñez de Tera adonde reside desde hace cuatro años. Desde que se fracturó la cadera.

"Ya me queda poco para los 110 años", decía en los días previos a su onomástica preocupada porque le trajesen dulces en ese día, "porque quiero invitar a todos los que quieran venir a felicitarme". Y parece ser que sí se sintió feliz, ya que por la residencia no sólo pasaron sus sobrinos y familiares, sino muchos vecinos de su pueblo natal, de los de la calle Romero o de Jamontes donde ha vivido, sino de todo el pueblo, y las felicitaciones le llegaron de sus ahora convecinos, los residentes en el centro geriátrico "San Tirso". "Parezco una reina", señalaba a su corona de 108 eneros dedicados por entero a su familia. Porque Vicenta no llegó a casarse por atender a su numerosa familia y eso que mozalbetes no le faltaron de ronda a la entonces más que inquieta joven cuyas piernas y brazos pedían baile al oír los sones de la flauta y tamboril. Pero había que sacar algún jornal para ayudar en casa. Claro que las hogazas de pan de 8 libras ó 3,5 kilos no le faltaron porque sus padres llegaron a instalar una pequeña panadería, aunque eso no daba para todo pues el pago en especies, en trigo, ayudaba, pero no mucho. Así que la joven Vicenta tenía que dejar los bailes, realizar las labores de casa, llevar las talegas con la ropa a lavar en el río, coser más de un roto, atender al puchero y realizar labores en la dehesa del Orcejón, entre Villanueva de las Peras y Litos.

Pocos bailes y mucha faena hasta que Vicenta Prieto, ya de mayor, se sentaba en una banqueta en la calle, al resguardo del sol, y atendía al saludo de los peregrinos, les indicaba el camino en dirección a Santa Marta.

Se acuerda de todo esto y de las oraciones de cuando era de la asociación de las Hijas de María. De esto y de las querencias en su ya longeva vida.