El paso del tiempo se nota en la iglesia de San Miguel del Valle. La espadaña de este templo zamorano presenta serias deficiencias originadas por el desgaste de la techumbre y el peso de las tres campanas. En las paredes faltan ladrillos y sobran grietas. Y los vecinos del pueblo la miran con preocupación, pensando que un día se van a levantar y todo el edificio va a estar caído en el suelo. El riesgo de derrumbe, dicen, es muy alto.

Por eso, uno de los habitantes de esta localidad, nacido en ella en 1946, ha realizado un escrito para «alertar a las autoridades locales y al obispado, sin más sensacionalismo».

El documento «ruega a la autoridad competente que desmonte al menos dos de las tres campanas cuyo peso supera los mil kilos y las aparque en el lugar que estimen oportuno». A continuación, añade, «el riesgo de no hacer caso a esta súplica es grave». Pide además que un perito visite el pueblo y haga una inspección del templo y dice que actúa por la «responsabilidad como hijo de el pueblo, que me obliga a trasladar a la sede obispal de Zamora la evidencia que las imágenes muestran».

En la tarde de ayer, Abundio García Caballero no había enviado aún el documento a ningún organismo, asegurando que su intención es hablar directamente con el vicario de asuntos económicos del Obispado de Zamora, Eustaquio Martínez, en una visita del señor García Caballero a la capital zamorana.

Abundio fue maestro en las provincias de Zamora, Valladolid y Palencia, entre otros lugares de fuera de la Comunidad y tras licenciarse en Geografía e Historia por la Universidad a Distancia (UNED) se doctoró con la tesis «Despoblación y los Despoblados en la Cuenca del Duero Medio», de manera que los tintes históricos y demográficos no faltan en su escrito de reclamación, en el que apunta al derrumbamiento que la iglesia de San Miguel del Valle sufrió a finales del siglo XIX «y nunca se repararon los graves daños causados en ella» y añade «han pasado varias décadas y no pueden ser lanzadas al vuelo [las campanas] los días de fiesta más memorables y nostálgicos».

Como en tantos otros pueblos de la provincia de Zamora, su población «duplica el censo con la llegada ocasional de sus emigrados, familiares y allegados», según palabras de García Caballero, que conoce a fondo la historia del pueblo y de la propia iglesia, como demostró en su libro «San Miguel del Valle. Un lugar entre Castilla y León». En él se recogen las anteriores obras realizadas sobre este templo, como son la reparación de la escalera de la torre y del coro en 1696, o el retejo del año 1717. Actuaciones que hoy se echan en falta.

La austeridad del exterior del templo, al que le falta el campanario, contrasta con la belleza de su interior, sobre todo por el retablo que acoge la imagen de la Virgen de la Torrica, muy venerada en la localidad, especialmente con la romería que antiguamente servía para pedir por una buena cosecha y que durante décadas ha sido portada por mujeres en su procesión.