Al grano

¿Podemos esperar algo de nosotros?

Si estamos en el fondo, solo nos queda subir

Celedonio Pérez

Celedonio Pérez

¿Saben lo que hemos conseguido los zamoranos en los últimos años? Pues ponernos de acuerdo al menos en una cosa. ¿Cuál? En que la provincia no puede esperar casi nada del Estado. Así de triste, así de claro. Somos pocos (votos) y estamos apartados de las grandes rutas de comunicación. Arrastramos un abandono secular por ser provincia fronteriza (recuerdan lo que estudiamos de los "limes" romanos, pues eso). Consecuencia de lo dicho es el envejecimiento y la despoblación salvaje que amenaza incluso la supervivencia de Zamora como entidad administrativa. Así de triste, así de claro.

Somos conscientes de que nuestros políticos son como nosotros: cómodos, poco reivindicativos, dóciles ante la estrategia de sus partidos, cada vez más oficinas gestoras cortoplacistas de los resultados electorales, del reparto del poder entre los suyos; amantes de "a mí déjame con lo mío, que no quiero líos, con mi carguito soy el jefe del barrio, que aspiren los otros". Pues eso que de nuestros políticos tampoco podemos esperar casi nada.

¿Qué hacemos entonces? La gran pregunta ahora es si podemos esperar algo de nosotros, lo digo como zamoranos. Creo que sí porque hemos llegado a la conclusión (nada más hay que escuchar las conversaciones de la gente) de que ya no hay solución, de que estamos en la zona cero. Si se está en el fondo, como parece que estamos, ya no se puede caer más. ¿Les suena? Cuanto peor, mejor. Tenemos que intentarlo, es nuestra obligación como ciudadanos, deber de especie que vive en colectividad.

Ha llegado la hora de dar la cara, cada uno en su sitio. Tenemos que hacernos notar. Una de las maneras es crear asociaciones civiles fuertes, capaces de presionar al poder, de ponerles las peras al cuarto. Mejor, no necesitamos ni crearlas, únicamente darle una vuelta a las asociaciones que ya tenemos, ¡más de mil en la provincia!, ¡solo en la capital, doscientas!

Imagínense que todas las asociaciones que tenemos incluyeran el mandamiento de reivindicar lo nuestro y de apoyar a quienes aquí quieren hacer cosas, que todavía los hay. ¿Cambiaría o no la provincia? Seguro que sí, un cambio a mejor, desde luego.

Si esta provincia se muere (y hablo administrativamente, claro) la culpa será nuestra. Por omisión. Ha llegado la hora de dar la cara y dejar de esconderse en las miserias del pasado y del presente. Sí, ya sé que es muy cómodo escribir y tirar la piedra, que lo difícil es lo otro, pero piénsenlo. Y después me insultan si quieren.

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