No, ni tan siquiera en Netflix se pueden ver series con tramas protagonizadas por agricultores; no, el campo no interesa a nadie, Pablo Casado; esta sociedad se dedica a diseccionar los pedos de los famosos para ver qué han comido y gusta de las cuitas rosas y bobaliconas de los poderosos. ¿A quién le importa si se disparan los precios de los fertilizantes, del gasóleo, si los ganaderos se están arruinando porque trabajan a pérdidas y los beneficios de la leche se quedan en las estanterías de los hipermercados, a quién si la nueva PAC prima la merma de producciones y el incremento de cortapisas medioambientales, a quién importa, Pablo? Te contesto: a nadie porque los pasillos de los hipermercados están llenos de productos chinos baratos, envueltos en relucientes plásticos y de trazabilidad cero, muy bonitos.

El campo, el ámbito rural, solo interesa al político de turno cuando está en la oposición, claro, para sacar rédito electoral, como tú a estas alturas de la legislatura. Ahí tienes a Planas, que parecía tan cercano antes; ahora anda desaparecido, escondiéndose para no encontrarse con los sindicatos agrarios, redactando por las esquinas ese plan de Estado, que va a vender la agricultura a los valores falsamente medioambientales, tan bien encarnados por su compañera de gabinete Teresa Ribera. ¿Qué hacen los gobiernos por el sector primario , acaso hacen otra cosa que no sea ahondar en esa política de desmantelamiento, de desprecio? El de Sánchez aún más porque cree, y eso ocurre cuando solo se mira con un ojo, que el campo alimenta las tendencias más conservadoras y casposas.

No, la agricultura no interesa a nadie. Tampoco a los periodistas del bando opositor que ahora la utilizan para zaherir al “sanchismo”. El campo lleva dando tumbos desde siempre, sobreviviendo como puede a “pertinaces” sequías y turbiones desaforados. Pero, sobre todo, reponiéndose del desprecio de una sociedad que mira para otro lado, tan desmemoriada como ingrata.

¿Sabes cuándo empezará a cambiar todo? Cuando los chinos o quien sea se den cuenta del gran valor del equivalente alimentario de los chips semiconductores. O sea cuando deliberadamente corten el suministro de determinados alimentos. Entonces vendrá el crujir de dientes y los golpes de pecho. Entonces nos daremos cuenta todos del gran error que hemos cometido, el de despreciar (o no apreciar, que para el caso es lo mismo) a quien tiene como misión darnos de comer. Arrieros somos...