Niebla para cerrar y abrir el año, espejo de esta Zamora doliente que se refleja en el cristal. Abrir un nuevo calendario siempre conlleva abrir el ánimo, romper amarras, soltar los ramalillos y dejarse ir. Hay que ensanchar la espita de la ilusión, golpear con la marra a asgalla para transformar lo que era agujero de aguja en gatera donde culebree el felino doméstico de la esperanza.

Seguir metiendo el dedo en la llaga es hacernos daño, abrir la herida. Zamora todavía está a tiempo de salvarse como provincia, pero no nos engañemos: solo podrá hacerlo si quieren los zamoranos. Nosotros tenemos la llave y tenemos que usarla. Nadie va a ayudarnos desde fuera. La Estrategia Nacional frente al Reto Demográfico del PSOE es pura farfolla, postureo de partido que tiene sus cataplines agarrados por nacionalismos varios. Las oficinas de despoblación que anuncia el Gobierno del desgobierno no son más que excusas de mal pagador. Solo nosotros, los zamoranos, tenemos la llave para abrir el horizonte y pintarlo de azul.

Zamora tiene que aprovechar su territorio, explotarlo. Y también sacarle brillo a su patrimonio artístico, cultural y natural. Hay pocos emprendedores, pero los hay. No cerremos las puertas de la ilusión. Hay que honrar a los muertos, pero sobre todo a los vivos.

Desde hace unos meses, buceo en un grupo de whatssapp, Enogastrónom@s se llama, que nació a la sombra de Sanzoles y se ha ido extendiendo como la pólvora. He visto y he oído: hay muchos zamoranos que no han perdido la esperanza, pequeños empresarios que buscan y buscan, hormiguitas que sueñan y se emocionan, que aún creen. Hay que apoyarlos. ¿Cómo? Consumiendo productos de cercanía, agarrar a los jóvenes para que no se vayan, ponerles las cosas fáciles, mimar a los emprendedores, comprar en casa.

Ya sé, ya sé que estamos en los días de los buenos deseos. Pero apostar por lo nuestro no es un buen deseo, en el caso de Zamora es una necesidad. Estamos hartos de entierros.