Zamora es la provincia que más población ha perdido de España en el siglo XXI. Con los últimos datos oficiales, el 16,6% de la que tenía el 1 de enero de 2001. No sé si la provincia hace valer suficientemente esta circunstancia.

La despoblación es el primer problema sentido por la por la ciudadanía de Castilla y León. Zamora es especialmente sensible. Es un lugar común que ya contamos con suficientes diagnósticos y teorías, y que es hora de los hechos. No comparto la idea; más bien creo que cada cual debe estar a lo suyo. Los estudiosos a los análisis y los políticos a las políticas, de acuerdo con el reparto democrático de papeles que encomienda la ciudadanía: quién gobierna ha de estar a los hechos y quien está en la oposición al control y a mantener al día su alternativa. Todos asumiendo las propias responsabilidades. Parece sencillo. No lo es, dicen los hechos.

Las políticas siempre estarán sesgadas por la ideología de sus promotores, por la agenda pública y por el clima social, pero a estas alturas deben basarse en evidencias, no en prejuicios o en tentaciones populistas. Desconfíen de quiénes solo ven ideología en la visión del mundo de los adversarios políticos. 

La identificación entre medio rural y sector agrario es hoy un estereotipo que responde a otros tiempos

Aprovecho esta oportunidad para recordar algunas cosas aprendidas y poner en cuestión ciertos tópicos en relación con la despoblación.

1.- El proceso de concentración de población en España viene de un largo recorrido, impulsado por la fuerza de los mercados. Ha discurrido de la montaña al valle, del interior hacia la costa, del campo a la ciudad y a las áreas metropolitanas. El proceso autonómico generó nuevas dinámicas de concentración de actividad y empleo en torno a sus capitales regionales, que sin embargo no fue suficiente para evitar la succión de la actividad y el capital humano de la España interior por las grandes ciudades, derivada del modelo económico de la globalización.

2.- La despoblación -y el resto de los retos demográficos- no son ya una cuestión del medio rural, sino una amenaza territorial más amplia, que concierne tanto al medio rural como al urbano. Datos: Desde 2008 la ciudad de Zamora pierde población y cada año las pérdidas de la capital son mayores en relación con las del conjunto de la provincia. No es esta una singularidad de Zamora, prácticamente todas las capitales pierden actualmente población. Pero el “efecto territorial” va más allá de los límites provinciales. De las 13 provincias españolas que pierden población en el siglo XXI, 6 son de Castilla y León.

3.-La identificación entre medio rural y sector agrario es hoy un estereotipo que responde a otros tiempos de un rural menos diverso y heterogéneo en lo económico y lo social que el de hoy, en el umbral de una nueva revolución productiva, con una agricultura muy envejecida y progresivamente desruralizada, y con un medio rural muy desagrarizado. La clave está en los proyectos de cooperación entre zonas rurales y urbanas en territorios con riesgos demográficos. 

4.- La escasa densidad de población no es una variable de mayor riesgo demográfico que la pérdida de población, cuando es intensa y continuada, como es el caso de Zamora. En unos y otros territorios hay fallos de mercado. En los de baja densidad hay dificultades de provisión, mientras que en los de pérdida sostenida y aguda de población el problema es de exceso de oferta con riesgo para negocios y empleos. 

5.-La alta velocidad ferroviaria, y la plena cobertura de Internet, que será muy pronto un hecho, obligan a una nueva lectura del territorio. Por un lado, se amplía la cobertura territorial de ciertos servicios comerciales de las ciudades más grandes y centrales, con riesgo para la viabilidad de los de las ciudades medias y pequeñas, pero también se facilita desvinculación entre lugar de residencia y de trabajo, aunque en una doble dirección ¡no se olvide! Internet, por otro lado, homogeneiza la competitividad territorial, para el negocio on-line y el teletrabajo. 

6.- La pandemia ha supuesto la recuperación del valor del rural, que en términos de movimientos demográficos se nota más en las áreas rurales vinculadas a las grandes ciudades, pero que puede tener mayor recorrido. Hay que estar atentos. 

Zamora, como toda Castilla y León, tiene recursos naturales, materiales y culturales para armar un futuro de éxito. Han de reconocerse en todos los territorios con entidad para tener un proyecto propio, porque la Comunidad no crecerá lo suficiente para retener y atraer población y talento si no lo hace en todas sus provincias y comarcas. No se pueden afrontar los retos demográficos sin un modelo territorial.

Las políticas de población, tienen un sólido fundamento jurídico en la Constitución, que lleva la igualdad formal hasta la igualdad material, dando soporte a las políticas compensatorias y de discriminación positiva que pueden hacer atractivos los territorios con retos demográficos como lugar para vivir.

Interior de una fábrica agroalimentaria. JAVIER DE LA FUENTE

Tanto los Tratados de la UE, como la Constitución y el Estatuto proponen un modelo de igualdad material, solidaridad y cohesión territorial, que constituye el marco de equidad que ampara las políticas demográficas.

La Constitución también garantiza la libertad de residencia, pero esta solo es efectiva cuando la elección se produce en condiciones de garantía de cierta igualdad de oportunidades, es decir de acceso al empleo, a la vivienda y a infraestructuras y servicios básicos. Pero no hay que olvidar que las elecciones personales se producen socialmente a partir de relatos en positivo. La percepción es un producto cultural. En las políticas demográficas no puede faltar un discurso incluyente que refuerce la identidad y favorezca el arraigo en términos de igualdad de la población inmigrante, que vincule a los residentes ocasionales y resulte atractivo para el conjunto de la ciudadanía, sobre todo para la juventud.

Nuestro Estatuto reconoce estas dificultades materiales, y por eso compromete a todos los poderes públicos en “la lucha contra la despoblación” y a garantizar “el ejercicio efectivo del derecho de los ciudadanos de Castilla y León a vivir y trabajar en su propia tierra”. ¡Manos a la obra!