El zamorano Miguel Ángel Pérez, decano de la Facultad de Educación de la Universidad Camilo José Cela (Madrid) y psicólogo, profundiza sobre las características del sistema educativo español, en el posible pacto educativo y en la "imperante" necesidad de que los nuevos estudiantes se dediquen a la investigación "para cambiar el futuro del país".

-Recientemente ha sido nombrado decano de la Facultad de Educación de la Universidad Camilo José Cela. ¿Cuál ha sido su trayectoria profesional hasta ese momento?

-Antes fui decano de la Facultad de Salud. Soy psicólogo, empecé como profesor cuando acabé el doctorado en la Universidad Complutense en procesos cognitivos. Dirigí el departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias de la Salud desde 2008 y 2013. La psicología está un poco "a caballo" entre la salud y la educación, razón por la que he dado este paso. Soy decano de la Facultad de Educación desde marzo del año pasado.

-¿Por qué este cambio?

-Es fruto de varias circunstancias. La educación está girando mucho hacia aspectos relacionados con la neurociencia y los procesos cognitivos. La psicología ya tenía una presencia importante dentro de la educación, pero ahora tiene más relevancia. Desde la institución la que pertenece la Camilo José Cela (CJC) se potencia mucho la educación y eso hace que muchas veces estemos en vanguardia en este tema.

-¿Qué es exactamente lo que tiene de vanguardista?

-La institución, incluso en los colegios, tiene mucho apego por fomentar pedagogías diferentes. Estamos muy enfocados a la educación internacional. Somos una de las pocas universidades en España que da la certificación para que nuestros alumnos puedan ser profesores de Bachillerato Internacional, un título validado en todo el mundo y que da a los alumnos acceso a cualquier universidad del mundo. Nuestra pedagogía no busca que el alumno memorice sino que desarrolle información, algo más cercano a lo que se encuentran en el mundo una vez acaban sus estudios.

-¿Qué objetivos se marca en esta nueva etapa?

-Que la facultad se adapte a unos patrones de investigación en el ámbito educativo que están más asentados en la Psicología. Queremos que el alumno que salga de la facultad tenga inquietud por investigar, por profundizar en ciertas pedagogías. Los objetivos son varios pero, fundamentalmente, pretendemos que los alumnos tengan mayores competencias investigadoras.

-Insiste mucho en la investigación. ¿Cuál es la situación actual?

-En Psicología España no tiene grandes cosas que envidiar a otros países a pesar de los recortes y las dificultades. Hay muy buenas revistas en muchas facultades de Psicología. En educación, en cambio, a veces nos encontramos con que no hay esa capacidad tan potente como en otras áreas, como la salud, donde están más acostumbrados a trabajar con ciertas herramientas. En educación no estamos habituados a investigar. Por ejemplo, Castilla y León ha salido muy bien en el informe Pisa pero nadie sabe muy bien por qué. No hay suficiente capacidad investigadora para asegurar que en el siguiente informe se repetirán los datos. La educación debería tomar más conciencia sobre los beneficios de la investigación.

-¿Qué es necesario para fomentar la investigación? ¿Cómo animar al estudiante a volcarse en un área con un futuro, a primera vista, tan incierto?

-No es fácil. El estudiante de educación, como norma general, solo piensa en la oposición para conseguir una plaza en un colegio público y tener el trabajo garantizado de por vida. Debemos cambiar la mentalidad del alumno, para que entienda la educación en un sentido más amplio que el de ser maestro en una escuela. Pero para cambiar esa mentalidad necesitamos recursos y, por desgracia, en España no se está invirtiendo dinero en investigación en Ciencias Sociales. Es una pena, porque hay talento que al final se acaba marchando fuera de nuestro país. De hecho, la valía de los estudiantes españoles se pone de manifiesto cuando otros países vienen aquí a buscar docentes, algo que está sucediendo.

-Investigar en el sector público ya es difícil. ¿Se puede investigar con financiación privada?

-Hay dificultades en comparación con la universidad pública, pero también beneficios. Cierto que el sector privado no puede alcanzar esos recursos inaccesibles pero tiene otras ventajas, como la capacidad de adaptarse a las demandas del mercado de una forma más ágil. Animo a los estudiantes a realizar postgrados que les otorguen competencias investigadoras, porque eso les va a posicionar mejor, hará que estén mejor valorados. En Madrid, que es donde trabajo, hay un sector privado muy potente que supone una salida laboral real para los alumnos que quieran dedicarse a la investigación y no encuentren el modo de hacerlo en el sector público.

-Cambiando de tercio, en los últimos meses se viene hablando mucho sobre un pacto educativo que acabe con los vaivenes legislativos de los últimos años. ¿Cómo se valora la situación desde la universidad?

-Entendemos que tiene que ver mucho más con una situación política que educativa. Está muy sujeto a una cuestión de agenda política, es evidente. El ministro Gabilondo tuvo firmados todos los puntos con todos los partidos pero al final, en una legislatura que acababa y donde iba a cambiar el Gobierno, no se hizo. Ahora sí puede ser un buen momento, ya que es inicio de legislatura y el partido que sostiene al Gobierno está en minoría. Pero al final, lo que pedimos es un pacto que busque lo mejor para los estudiantes y no solo la estabilidad legislativa. Que los cambios tengan lógica, que respondan a resultados contrastados. Un pacto educativo es deseable siempre que se haga con esta premisa, pero al final, desgraciadamente, primarán los intereses políticos.

-Solo hay una universidad española entre las doscientas mejores del mundo. ¿Qué le falta a la educación universitaria española?

-Cierto, pero debemos diferenciar dos cosas. Hay dos tipos de ranking. El más conocido valora la producción investigadora de las universidades a través de, por ejemplo, artículos publicados en revistas de impacto. Pero esto tiene sus puntos negativos. Cuando un ranking se basa en la investigación destacan las universidades que tienen capacidad para hacer grandes contrataciones y que cuentan con premios Nobel.

-¿Quiere decir que la situación no es tan mala?

-Efectivamente. En la universidad española hay muy buen nivel. En Psicología, que es lo que más conozco, estamos como Alemania, Suecia o Inglaterra. Hay facultades muy buenas, pero los ranking más famosos priman un nivel de inversión enorme. En el Reino Unido, por ejemplo, está tomando fuerza un ranking sobre la calidad docente de las facultades y ahí ya ves posiciones diferentes. Oxford y Cambridge, tan famosas, aparecen aquí en puestos medios. La posición tiene que ver con lo que se valora.

-¿Y aquí sí estamos bien posicionados?

-No se analizan todavía las universidades de España, pero los datos que tenemos indican que el alumno presenta buenas medidas de aprendizaje. También hay rankings que colocan las universidades según la empleabilidad de sus alumnos.

-Todo parece indicar que España tampoco estaría muy bien situada en este último ranking.

-No. La universidad no está siendo lo suficientemente flexible para adaptarse a las nuevas profesiones y al mercado. En esto las privadas tienen más facilidades, son más rápidas generando nuevos títulos. En la CJC fuimos los primeros en crear una titulación de diseño de videojuegos que tiene una empleabilidad del 100%. No podemos pretender que la carrera de derecho de toda la vida siga sirviendo igual para un mundo tan cambiante como el actual, igual que sucede con Empresariales o con otras titulaciones. Ahora, por ejemplo, el comercio electrónico mueve mucho dinero, por lo que sería lógico orientar las formaciones relacionadas hacia este nuevo escenario.