La amistad entre los dos menores de edad comenzó en el centro escolar, donde compartían aula con otros adolescentes y tras decidir todos ellos crear un grupo para chatear (hablar) por WhatsApp, la Red Social que desborda los teléfonos móviles como principal vehículo de comunicación social en estos tiempos invadidos por Internet. Lo que nunca sospechó una de esas adolescentes (de 17 años) es que su intimidad, compartida con uno solo de esos amigos (de 16 años), iría de teléfono móvil en teléfono móvil y acabaría siendo objeto de comentarios por parte del resto del alumnado, de mofa y desprestigio hacia ella, que recibió insultos.

El WhatsApp se ha generalizado para mantener todo tipo de conversaciones, también las subidas de tono, denominadas "sexting", aquellas que se adentran en las relaciones más íntimas entre dos personas. Una tendencia que no se extiende solo entre los adultos o los más jóvenes, como podría creerse. Los riesgos de esta "práctica sexual" virtual, que puede consistir en el intercambio de fotografías comprometidas, íntimas, de vídeos de contenido erótico o ambas modalidades de mensaje, ha llegado también a un sector de la población mucho más vulnerable: los menores de edad.

La banalización del sexo y su consumo como si de un producto más se tratase está causando ya algunos dolores de cabeza a niños y niñas de esta franja de edad. Es el caso de esta alumna de un centro educativo zamorano, que ha visto cómo la imagen íntima que envió por WhatsApp a un amigo, de 16 años, y terminó en boca de todos sus compañeros. Al parecer, según ha denunciado la menor, la fotografía acabó en ese grupo que compartía con varios compañeros.

¿Cómo llegó hasta allí? La perjudicada, que denuncia vejaciones de otros alumnos, apunta al amigo al que accedió voluntariamente a enviarle la imagen cuando este se la pidió, según ha admitido.

El menor, que reconoce haber recibido esa instantánea en lo que fue un intercambio de fotos, declaró que solo se la pasó a un amigo, seguro de que nadie más recibió ese mensaje de chat. Afirma, no obstante, conocer que en el centro escolar se comentó la existencia de la imagen.

El instituto, tras la denuncia de la madre de la menor, llegó a intervenir en el caso y expulsó durante varios días al joven acusado de difundir la imagen que envió a su amigo, un contacto más del grupo de denominadas WhatsApp. Ahora, la Fiscalía exige al Juez de Menores que imponga al acusado 50 horas de trabajos en beneficio de la comunidad por ese delito.

Los dos adolescentes se bloquearon mutuamente en el móvil, pero el daño moral a la chica ya estaba hecho y, posiblemente, será difícil de reparar, si bien no existe ninguna petición expresa al juez para que imponga alguna indemnización. El haber enviado voluntariamente la fotografía a su amigo y la imposibilidad de determinar con exactitud quién hizo circular la imagen deja en el aire la responsabilidad sobre ese daño.