El 7 de marzo de 2016 será un día imposible de olvidar para la familia Ferreras Pedreira. No solo porque se incorporó un nuevo miembro a la familia, sino sobre todo por la forma en la que el pequeño Marco vino a este mundo. Con mucha prisa. Tanta, que no dio ni tiempo a acudir al hospital y fue su padre, José Luis, quien tuvo que remangarse para hacer de improvisada comadrona en casa.

"Mi mujer se había levantado ya con dolores, pero me dijo que primero fuera a llevar a la niña al colegio", recuerda el padre. Diez minutos después, de vuelta a casa, en la calle Herreros, se encontró con Rebeca pidiendo auxilio por las escaleras. "Nada más abrir el portal comencé a oír las voces y subí las escaleras corriendo. Estaba histérica por el dolor, pero pude llevarla a la habitación para tumbarla", explica. Junto a ella estaban sus cuñadas, que viven en el piso de abajo, y otro vecino amigo de la pareja. "Ellos ya habían llamado a los médicos, pero yo vi que la cabecita estaba asomando la cabeza así que volví a llamar", apunta José Luis.

En todo momento el padre tuvo el asesoramiento telefónico del servicio 112, que le guió sobre los pasos que tenía que dar. "Me dijeron que tenía que agarrarlo por la mamola y tirar de él, mi mujer empujó un poco y salió muy fácilmente", reconoce mientras Rebeca se emociona escuchando a su marido con su hijo, de 2,590 kilos en brazos, "tan acurrucado como salía en todas las ecografías", compara con una sonrisa.

Lo de cortar el cordón umbilical ya eran palabras mayores. "Si hubiera sido necesario, lo habría hecho como hubiera podido, aunque la verdad es que no estoy seguro de si habría sido capaz. Menos mal que en ese momento aparecieron los médicos en casa y ya terminaron de atender a mi mujer", resume con cierto alivio José Luis, quien agradece todas las atenciones ofrecidas por los sanitarios, tanto a través de la línea telefónica como una vez que llegaron a su casa.

En una UVI móvil trasladaron al bebé y su madre, mientras que el padre se quedaba en casa recogiendo todo lo necesario para la estancia en el hospital, que, debido a lo bien que ha transcurrido todo, será de apenas dos días.

La intuición femenina pocas veces falla y el nacimiento de Marco es un claro ejemplo de ello. Aunque los médicos le habían asegurado que el niño nacería el 30 de marzo, Rebeca sabía que iba a ser mucho antes. "Precisamente ayer le comentaba a mi madre que como muy tarde el martes estaría dando a luz y dijo que era una exagerada", relata. Además, la experiencia es un grado. Hace nueve años ya fue madre de su hija Lucía, que ayer ya ejercía de hermana mayor atendiendo a Marco "como si lo hubiera hecho toda la vida", reconoce su madre. Una niña que también tenía prisa por nacer y llegó con siete meses y medio, "aunque en el hospital", compara.

"Como otros hacen comidas familiares, lo nuestro ha sido un nacimiento en familia", bromea, ya más tranquilo el padre en la habitación del Virgen de la Concha, donde Marco duerme sin saber que se ha convertido en uno de los bebés más famosos de Zamora y que la historia de su nacimiento será una de las más recordadas para la familia Ferreras Pedreira.