Sueña, a veces, sí, con toros, pero no de muerte, de triunfo, y mira que es difícil cuando te han arrancado el alma. Un Marqués de Ana Romero lo partió en dos y de los cachos nació un Padilla más entero, más convencido, más vital, más artista. Catedrático del tiempo presente, sabe que solo existe el hoy y que el futuro es una reverberación del pasado. Está esta tarde en Zamora para impartir magisterio y «desnudarse» en el espejo que lleva puesto. Participa (20:00 horas, edificio municipal La Alhóndiga) junto al periodista taurino David Casas en una charla- coloquio organizada por el Foro Taurino, que acabará enhebrándose en una seguiriya de Clarito Chico hasta navegar sobre un junco en el mar del pirata. Consciente de lo que quiere, lo cuenta como nadie e imparte magisterio, más allá de sus casi 22 años de alternativa. Es, ahora, el maestro jerezano un elegido, y no se esconde: habla claro, en esta entrevista telefónica, de los peligros que cercan la fiesta nacional.

-¿Es consciente de que se ha convertido en un referente de la fiesta nacional, no solo para los toreros sino también para los aficionados?

-No sé si lo soy. Sí sé que me siento obligado a seguir luchando por lo que siempre he creído. Después del percance de Zaragoza he pasado una etapa difícil. La vida me cambió y Dios me ha dado una nueva oportunidad que tengo que aprovechar. Pero no he hecho nada que no pudiera haber hecho otro torero. Ahora toca intentar hacer disfrutar a los aficionados.

-¿Cuál es el secreto, si lo hay, para lograr una recuperación como la que usted ha conseguido, para explicar que usted haya vuelto a ponerse delante de un toro?

-No ha sido fácil. Al principio de la recuperación no sabes que va a pasar, si vas a poder continuar o no. Lo primero es no guardar rencor al toro, a pesar de que he sufrido mucho. Todavía sigo en deuda con mi profesión. Pero el verdadero valor no es estar delante de un toro sino afrontar la vida cotidiana. En mi caso, hablé con Dios y seguí para adelante.

-¿Cómo está de sus lesiones?

-Sigo luchando. De la vista me he adaptado, lo peor ha sido la audición. Todo ha sido un poco milagroso. Mi vida se la debo a los médicos, a mi familia, a Lidia. Claro que tengo secuelas y tendré que seguir en tratamiento. Aquí tengo, junto a mi de forma permanente, el acúfeno, pero hay que seguir..

-¿Hasta cuándo?

-Hasta que se pueda. De momento este año tengo ganas y me estoy preparando a fondo para una campaña que espero importante y que va a empezar muy pronto. ¿El año que viene, el futuro? Dios dirá. Este temporada cumpliré 22 años de alternativa. Iré a Castellón, Valencia, Sevilla...

-¿Madrid?

-Dios dirá.

-El aficionado lo dice: Padilla torea ahora mejor que nunca, mejor incluso que antes de la brutal cogida...

-Ahora siento mucho más el toreo. Si la cornada que tuve en Zaragoza me coge al principio de mi carrera es posible que lo hubiera dejado. Pero ahora soy mucho más consciente de lo que hago, estoy más convencido. Toreo más a gusto, aunque siempre he intentado hacerlo bien, de verdad. Lo que ocurre es que no es igual torear toros de Victorino, Cebada Gago o Cuadri que de otros encastes. Nunca olvido lo que aprendí de mi maestro, Rafael Ortega. Él me enseñó el concepto del toreo.

-¿Qué diría si su hijo le dice: quiero ser torero?

-Le diría, adelante. Es una profesión que te da muchas satisfacciones, aunque sea muy dura. Se necesita disciplina y esfuerzo. Pero, está claro, lo que él decida estará bien hecho, yo no le voy a abrir la vela.

-Y si algún ciudadano le pide que le explique las ventajas de asistir a un festejo taurino, ¿qué le respondería?

-Asistir a un festejo taurino es una experiencia única. Te puedes emocionar, disfrutar. Merece la pena porque lo que allí se expresa en un espectáculo único, natural, puro, imprevisible. Hay muchos espectáculos en uno, aquí no hay libreto ni guion. Hay verdad.

-A los jóvenes les cuesta cada vez más entrar en el mundo del toro, dejar la ciudad y volverse al pueblo, a la dehesa, hacer el camino inverso..

-Es verdad. Pero es que lo tienen todo en contra. Ahora está la polémica de las escuelas taurinas. Es injusto que se retiren subvenciones a centros donde se aprenden sobre todo valores positivos. Hay menos jóvenes, pero los que se meten en este mundo salen mucho más preparados, salen hechos hombres y toreros.

-¿Tiene algún misterio el mundo de los toros para que haya toreros que acaben su carrera con un bagaje cultural muy grande?

-El torero aprende mucho de la calle. Escucha más que habla. Vive y muere todos los días un poco. Eso te hace aprender, espabilar...

-Torero y crítico taurino...

-Estoy muy agradecido a la cadena SER y a todos mis compañeros: Manolo Molés, David Casas... Otra cosa no puede decir.

-¿No es fácil ser matador en estos tiempos convulsos también para la tauromaquia?

-Es muy difícil. Nos están faltando al respeto y, a veces, en las plazas y fuera, nos sentimos indefensos. El ataque es contra nuestra cultura, no se entiende que se esté coaccionando la libertad de una expresión tan española. Alguien tiene que hacer algo para evitar que un día pueda ocurrir una desgracia. Los antitaurinos tienen que entender que están en juego muchas cosas, también un aspecto económico muy importante.

-¿Por eso el mundo del toro parece que por primera vez está cerrando filas en todos sus ámbitos?

-Estamos en ello. Empieza a haber otra sensibilidad. Los toreros se están acercando más que nunca a los aficionados. Estamos explicando los entresijos de la profesión, aquí ya no hay pedestales, todos a la misma altura...

-¿Cree que la Fundación del Toro de Lidia, de reciente creación, va a conseguir contrarrestar la marea «anti»?

-Nace para explicar que quienes nos dedicamos a esta profesión somos los primeros interesados en proteger al toro, un animal bravo que es puro y auténtico, que hace daño y se cría para los festejos. Si la fiesta nacional se acabara, a la vez desaparecería el toro, no vale para estar en un zoológico.

-¿Cómo ve el futuro?

-No soy pesimista. Entiendo que estamos pasando una situación complicada, pero la vamos a superar. Es necesario estar unidos en torno a la afición, es la mejor manera de salir adelante y conservar una tradición única en el mundo.