Ignacio Ruiz Pérez se ha alzado con el primer premio de la última edición del León Felipe de Poesía y es el primer ganador de origen mexicano que lo logra.

-¿Cómo conoció el certamen poético que lleva el nombre de León Felipe?

-A través de las redes sociales y en la página de la editorial Celya. La convocatoria circuló bien fuera de España porque la vi en distintos portales internacionales. Creo que las entidades convocantes han realizado bien su trabajo de difusión.

-¿Qué le impulso a presentarse?

-En primer lugar, el hecho de que el premio tuviera el nombre de uno de los poetas más respetados de la literatura en lengua castellana. En segunda instancia, que se trata de un premio internacional, lo que significa que la repercusión es más grande. Por último, que parte del reconocimiento es la publicación de la obra ganadora. Para un escritor cuya obra se ha editado sobre todo en América Latina y en Estados Unidos, publicar un libro en España, que posee la industria editorial más sólida en nuestra lengua, es abrir un mercado potencial de lectores.

-¿Por qué utilizó el seudónimo de "Almanzor"?

-Cuando era alumno de la carrera de letras y tomaba clases de literatura medieval, leí por primera vez una brevísima composición que decía "En Catalañazor / perdió Almanzor / el atamor". Desde entonces, esas palabras y ese nombre siempre me han acompañado porque me recuerdan ese periodo lleno de iluminaciones en el que descubrí la lírica medieval a través de sus cantigas, jarchas y villancicos. Ese gusto por la lírica popular, además, se ha convertido en un motivo recurrente en mi obra.

-El poemario "Libro de la ceniza", ¿por qué se caracteriza?

-Se trata de un volumen que dialoga con diversas tradiciones literarias, sobre todo, con la lírica popular y con la épica española. Es también una manera de saldar una deuda con esa modalidad poética que leí con verdadero asombro en mis años de la facultad. La metáfora que da unidad al volumen es la del fuego que destruye lo que crea. "Libro de la ceniza" es un libro amoroso, pero es también un conjunto que aborda las posibilidades destructivas de la guerra, tema por desgracia de gran actualidad en mi país de origen. Puedo decir que en el conjunto predomina la construcción de una voz múltiple que regresa sin reconocerse o, mejor aún, que para reconocerse ha tenido que imaginar su pasado.

-¿Es un libro melancólico?

-En ese sentido, sí es un libro melancólico y nostálgico a la vez, un libro que podría definir como un anacronismo, una manera de revisitar la memoria de lo que somos y de lo que fuimos. Ahora, esa voz múltiple atraviesa por distintas fases en el libro; primero es la voz del amado que recrea la pasión amorosa, el descubrimiento del deseo como fuego que consume y que consuma; luego, es la voz del despecho que surge después de la separación y el abandono. Las últimas secciones son reflexiones sobre el fuego como metáfora de la guerra y la destrucción.

-Usted es el primer mexicano que obtiene el premio León Felipe, autor que se exilió en su país. ¿Qué supone para usted?

-Los reconocimientos internacionales, y más los que tienen el nombre de un autor importante, significan una responsabilidad grandísima porque llevan a cuestas toda una obra; esto es así en el caso de León Felipe. Sin embargo, también quiero resaltar que el poeta de Tábara tiene para los mexicanos un significado muy especial porque representa la generosidad intelectual del exilio español, un exilio que vino acompañado de grandes intelectuales y artistas como José Gaos, Adolfo Sánchez Vázquez, Luis Buñuel, Remedios Varo, Luis Cernuda, Concha Méndez, y un largo etcétera. Ese exilio tuvo nombres propios, pero también está el otro exilio, el de aquella multitud anónima que se unió con firmeza y pasión al rumbo que tomaba México en aquellos años. Todos los exiliados, sin embargo, llevaban interiorizada la cultura del esfuerzo, del sacrificio y de la solidaridad que representa toda migración. León Felipe llegó con esa oleada que enriqueció la cultura mexicana haciéndola más universal, más reconocible ante sí y ante los otros.

-León Felipe ¿es conocido y divulgado en su país?

-León Felipe es un poeta respetado en mi país por su vida y por su obra. En México se le lee, aunque no tanto como se debería. Hay que decir que la lectura en general en mi país es en sí un milagro, no digamos ya la lectura de poesía, que es un género minoritario. Sin embargo, León Felipe es un autor conocido y respetado en el ámbito cultural mexicano, e incluso hay distintos espacios culturales o educativos que llevan su nombre. En mi país se editó buena parte de su obra. Yo, por ejemplo, conocí su poesía gracias a "Ganarás la luz", libro reeditado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes en su colección Lecturas Mexicanas, en esa misma colección leí también "Variaciones" sobre tema mexicano y "Desolación de la quimera", de Luis Cernuda. El hecho de que León Felipe y Luis Cernuda formaran parte de esa colección tan básica para mi formación sentimental dice muchísimo de qué tan incorporados están los dos poetas a la tradición cultural mexicana.

-Como experto en literatura, ¿qué destacaría de la poética de León Felipe?

-Su poesía representa el compromiso político, la mirada total del poeta que se interroga por los asuntos de su tiempo y que cree que la poesía es una pregunta con respuesta. Es una visión comprometida de la lírica, perspectiva cada vez más vigente en mi país por razones que no necesito explicar demasiado, ese solo hecho habla ya de la presencia de la poesía de León Felipe entre nosotros.

-El autor tabarés también destacó como traductor.

-A León Felipe lo conozco muy bien también por sus traducciones de Walt Whitman. De hecho, leí por primera vez "Song of Myself" en versión suya. No exagero al decirte que, en cierta forma, esa traducción todavía resuena en mi propia obra. En particular, recuerdo con nitidez su vigorosa recreación del versículo whitmaniano, sobre todo su tono profético, original, abarcador y omnívoro, rasgos que también reconozco en la lírica del poeta español. En mi obra, el versículo es también una constante y esa herencia me viene de diversas lecturas, Saint-John Perse, José Lezama Lima, José Carlos Becerra y, por supuesto, Walt Whitman. Si es verdad que las primeras lecturas son las que te marcan toda la vida, entonces puedo decir que la traducción de León Felipe ha desempeñado un papel muy importante en la conformación de mi estilo. Esto habla por sí mismo de una influencia lateral, uno de los distintos y sorpresivos cursos que puede tomar la literatura, pero también de la capacidad proteica de la lectura para generar diversas aperturas creativas.