Los magistrados de la Audiencia Provincial deberán decidir si condenan a prisión a un hombre procesado por un delito de abuso sexual contra una compañera de piso, acto que habría cometido cuando la mujer dormía, según las diligencias judiciales. Entre ambos solos existía una relación derivada de compartir vivienda. Tanto la Fiscalía Provincial como la acusación particular exigen siete años de cárcel para el hombre, de mediana edad y cuyo nombre responde a las iniciales de C.J.R.I., por el delito, ocurrido el 30 de junio de 2013, la madrugada de San Pedro, tras salir juntos. Un delito al que ambas acusaciones no tuvieron reparos en referirse como violación en sus conclusiones. De hecho, la denunciante sufre, dos años después, secuelas y continúa en tratamiento psicológico en la Oficina de Víctimas de Delitos de la Audiencia Provincial.

La fiscal dio total credibilidad al relato hecho por la víctima que, durante el juicio celebrado a puerta cerrada, volvió a ofrecer los mismos detalles sobre lo sucedido que en sus anteriores declaraciones ante la Policía Nacional y ante el Juzgado de Violencia de Género que investigó la agresión sexual, calificada como abuso. Una calificación que se justifica porque el delito ocurrió cuando la mujer, afectada por el consumo de alcohol, dormía y, por tanto, no hubo violencia física, "ella estaba privada de sentido", destacó su abogada.

El intento de la presunta víctima de zafarse del hombre, cuando le sintió sobre su cuerpo al despertarse a las 8.00 horas, no obtuvo ningún resultado: solo se levantó cuando terminó el acto sexual. Esta situación no implica, por tanto, subrayaron Fiscalía y acusación particular, que ella hubiera accedido a mantener relaciones sexuales como el sostiene el imputado, que estuvo un mes y medio en prisión preventiva tras ser detenido.

El procesado se base en ese supuesto consentimiento para negar el delito, con "versiones que han ido variando a lo largo de la investigación: desde que nunca antes se habían acostado hasta que lo habían hecho cinco o seis veces. Durante el juicio dijo que eran novios", indica la abogada de la presunta víctima. El imputado niega que forzara a su compañera de piso a mantener relaciones sexuales, a pesar de que los informes psicológicos de dos profesionales y de los forenses corroboran que hubo una violación, así como la psicóloga que el Ministerio de Justicia tiene en la Oficina de Atención a Víctimas. La denunciante "tiene problemas para conciliar el sueño y la autoestima destrozada", de acuerdo con la declaración de los psicólogos, concretó su letrada. Y se refirió al testimonio de la psicóloga que trata a su clienta, para indicar que "mi defendida sigue tratando de comprender por qué su compañero de piso se comportó así, cuando ella se había comportado siempre bien con él".

En el juicio, la mujer volvió a contar que pidió al presunto agresor que se retirara de encima de ella, a lo que él le contestaba que se callara, puesto que en el piso vivía otro hombre y podía oírla, lo que ocurrió por la estructura del piso, que sitúa los dormitorios lo suficientemente alejados como para no escuchar lo que ocurría.

La falta de contradicciones en el relato de la mujer, que ha mantenido la misma versión desde que realizó la denuncia ante el Juzgado de Violencia de Género y la Policía, es uno de los argumentos esgrimidos por la fiscal para dar credibilidad al abuso sexual investigado.

La madrugada última de San Pedro, en la que se produjo la presunta violación, los dos habían salido de noche y tomado alguna copa, como admitió la mujer que confesó que llegó a casa mareada. Cada uno se fue a su dormitorio, sin que hubiera habido ningún contacto que pudiera dar pie a una relación de ese carácter, según la presunta víctima. La mujer asegura que, al llegar a casa cada uno se fue a dormitorio y que el hombre aprovechó cuando estaba dormida para entrar en su cuarto y abusar de ella. El procesado fue condenado por un delito de violencia de género contra su expareja.