Sara, su causa, ha conseguido movilizar ya a media Zamora. "Nunca pensé que la gente podía ser tan solidaria. Hemos tocado a políticos, pero quienes realmente nos han ayudamos son los ciudadanos, la sociedad". Familia, amigos, vecinos y, sobre todo, zamoranos anónimos se están volcando con la familia Gato Tejero, con Menchu, Víctor y su hija, "queremos dar las gracias, estamos sorprendidos, ¡de verdad!".

Juntos enfrentan una nueva batalla. Diagnosticada desde los dos años de la dolencia congénita de Sprengel, asociada a la ausencia de músculos que sujetan el cuello (el único caso de toda Europa), Sara emprende ahora una marcha contra reloj para ganar al déficit de la hormona del crecimiento. El reto es superar el 1,35 metros que medía cuando se le detectó la dolencia y superar el 1,40 que alcanzaría como mucho sin tratamiento. La máxima dificultad para esta niña de 13 años, que no pierde la sonrisa y derrocha energía, es el coste del tratamiento: 10.000 euros anuales.

La Seguridad Social que, hasta los recortes, dispensaba la carísima medicina "sin demasiadas cortapisas", se la niega a Sara, que con 10 años supo que tenía el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), otra barrera que superar día a día para quien ha pasado de "sentirme rara" a proclamar que "soy especial".

Atrás quedan otros momentos muy duros en el colegio, cuando nadie comprendía a una Sara inquieta y despistada, que aprendía a ritmo diferente de sus compañeros. El TDAH estaba detrás, como de tantos escolares incomprendidos. De esos años de 5º y 6º de Primaria guarda como a un auténtico héroe a "don José", su profesor del Sancho II, "me ayudó, me decía que yo era su peluche", cuenta Sara. Tímida, callada y observadora, con los ojos bien abiertos y una mirada intensa, escucha atentamente a su madre, la voz de la familia, "don José era muy cariñoso con ella y conversaba con otros profes para que la comprendieran". Era cuando "los otros niños pensaban que yo era muy vaga", cuenta la pequeña. Ahí estaba su profe para salvarla, se sonríe.

Con el matrimonio en paro, que afronta el pago de la hipoteca gracias a los padres de Víctor, que "llevan tres años" aportando la cuota mensual, Sara puede inyectarse cada noche la hormona del crecimiento gracias a la tía Marisol, hermana de Menchu. A pesar de estar también desempleada, "con gran esfuerzo, nos financia" la medicación, "está soltera y nos da todo lo que tiene". La pequeña "es su niña", explica la madre, "nos dijo "para Sara lo que sea" y desde noviembre" recibe su dosis diaria, con la que ha ganado seis centímetros en seis meses, todo un notición para la familia, que confía en que al menos otros dos años largos pueda seguir tomándola.

A la generosidad de la familia, se suma ya una larga lista de zamoranos, convertidos en amigos, entregados en conseguir dinero para la pequeña. La primera mención, ineludible, es "a una vecina que no conocía, Isabel Taranilla. Nunca creí que pudiera haber gente tan altruista y generosa, vio el cartel y la hucha" que rezan "Ayuda a Sara" y no lo dudó: "nos localizó y nos puso huchas por todos los sitios, ha ido a hablar con Caja España, con el gerente de Eroski..., es muy activa". De la Academia de Carmen Ordás reciben lo recaudado en la actuación reciente del teatro de la Junta de Castilla y León; y del colegio El Corazón de María, los beneficios del mercadillo. En proyecto está la organización de una gala de folclore, en la que se implicará la Asociación de Tradición y Música Popular, que preside Víctor. La Asociación Cultural Aires Rocieros, a la que pertenece Menchu, también prepara una gala; y el grupo de rock zamorano Síndrome Polar se ha ofrecido para actuar y recaudar fondos. Otra persona que se ha implicado a título individual es "Eduardo, trabajador de la cristalería Lantarón que ayuda a mucha gente y es amigo de Isabel, nos ha dado dinero". Hasta el pueblo de la abuela materna, Benegiles, hará su aportación a la nieta de Sole con la entrega de lo que se recaude en agosto con el bingo y las casetas. La gratitud es infinita.

Sobre la silla de estudio de Sara, espera el traje regional con el que baila con el Grupo Doña Urraca. Todo un misterio que pueda sujetar su cabeza y mover su brazo derecho afectados por el síndrome de Sprengel. Muestra de que la tenacidad y la valentía lo pueden todo.