¿Qué importancia conserva el románico zamorano con respecto a los edificios medievales del resto del país? ¿Existe una diferencia entre el estilo que se practicaba en la capital y el de la provincia? ¿Cuáles son los ejemplos más valiosos? ¿Compite Zamora con Palencia, Burgos o Soria? Las preguntas se desatan después de seis años de obras de restauración del extinto programa Zamora Románica, que tendrá su continuidad, de una manera más modesta, en la provincia con el presupuesto ya confirmado para el próximo ejercicio de 240.000 euros aportados por la Diputación y la Junta de Castilla y León. Los datos, análisis y valoraciones de los expertos contribuyen a dejar atrás mitos y permiten observar, en su justa medida, qué es bueno, regular o discreto. Uno de los mayores conocedores del estilo internacional, el profesor de la UNED de Zamora, José Luis Hernando, aporta un sinfín de interesantes matices a la presencia del románico en la capital y la provincia.

El primer criterio que introduce Hernando para valorar la importancia del legado románico en Zamora radica en la presencia del Camino Francés hacia Compostela, donde se hallan los ejemplos del "gran románico hispano", con ejemplos conocidos como San Isidoro de León (León), San Martín de Frómista y San Zoilo de Carrión (Palencia) o el románico burgalés. Al calor de la ruta de peregrinación germinaron edificios que miraban a Compostela, como el románico jaqués. También aquellos impulsados por las órdenes monásticas como el de Oña en Burgos, el de Sahagún en León o el de Dueñas, en Palencia.

¿Aparece Zamora en el mapa compostelano? "Lo que entronca con el norte es muy poquito, con la sola excepción de Santa Marta de Tera que, estilísticamente, tiene mucho que ver con San Isidoro de León", explica Hernando. La cabecera cuadrangular, los detalles "ultrapirenaicos" y la forma de hacer de los escultores hablan de un conjunto que conecta con los edificios como los de Jaca o Toulouse, ya en Francia. "Escultores de gran calidad crearon la imagen de Santiago Peregrino, una de las primeras representaciones del personaje con el zurrón y la vieria. También, un relieve expatriado a Estados Unidos, la cabecera, los ajedrezados o los canecillos esculpidos son elementos muy interesantes", opina el historiador del arte.

Por lo tanto, Zamora pierde la primera batalla. Solo Santa Marta de Tera se sitúa en el camino de los grandes monumentos románicos clásicos con una ubicación muy al norte de la provincia. ¿Por qué? "Cuando es estilo llega a Zamora está muy evolucionado ya, es el llamado tardorrománico o el románico epigónico, que se diluye con otros estilos como las fábricas cistercienses o el primer gótico", argumenta Hernando. Salvo casos como la Catedral o Santo Tomé, el legado zamorano responde a "un románico de circunstancias" que tiene que ver con un poblamiento "posterior y más disperso". Poco que ver con otras zonas de Castilla como Palencia o Burgos, donde "las iglesias aparecen como setas".

Por otro lado, las reformas de los siglos XV y XVI hicieron mella en el legado zamorano, muy diferente al norte de la comunidad, donde los pequeños núcleos de población apenas experimentaron apogeo en época moderna. El mayor exponen de este fenómeno es Toro. El arte de la ciudad responde más al "inicio del mudejarismo", donde las construcciones en ladrillo sustituyen a la talla en piedra y, por lo tanto, la escultura pierde interés.

Hábitat disperso, repoblación posterior y reformas que han borrado parte del legado medieval. Con estas circunstancias, ¿dónde se hallan las obras maestras de Zamora? "Los ejemplos de mayor calidad se relacionan con la Puerta del Obispo, el sepulcro de La Magdalena o la portada meridional de Santa María la Nueva, además de algunas piezas escultóricas de Santiago del Burgo", responde Hernando. "Lo más importante tiene que ver con Santiago de Compostela. No olvidemos la influencia de los monarcas Fernando II y Alfonso IX, reyes vinculados a Galicia que promueven grandes fábricas", añade el experto.

El cimborrio de la Catedral, el elemento constructivo más reconocible y exportado

Más allá de estos modelos, es necesario viajar a los templos de San Juan del Mercado y Santa María del Azogue en Benavente, templos de finales del siglo XII que se cuentan entre lo más interesante de la provincia.

En cambio, el románico zamorano "no es el clásico", sino que de forma frecuente responde a "las características de una determinada orden". Es el caso de Santa María de Moreruela y San Martín de Castañeda, edificios que hablan un "lenguaje internacional", ejemplos muy estudiados y "conocidos" por los historiadores del arte. Los monasterios conectan con León o Galicia o con la construcción de Las Huelgas Reales en la capital de Burgos. " La cabecera de Moreruela es uno de los incunables auténticos de los monasterios cistercienses hispanos, con una cronología temprana en el siglo XII", ejemplifica Hernando.

Cualitativamente, existen testimonios monumentales en Zamora que están a la altura del resto de la actual Castilla y León. "Cuantitativamente, no". Porque la provincia con mayor número de vestigios es Burgos, narra Hernando, seguida Segovia, Soria y, a distancia, León, Ávila, Zamora y Salamanca.

La realidad no es óbice para encontrar algunos ejemplos únicos o ciertamente curiosos en el legado local. El más evidente es el cimborrio de la Catedral de Zamora, que lidera la nómina de este tipo de construcciones posteriormente llevadas a Toro o Salamanca. Uno de los elementos diferenciadores del románico zamorano que no han prendido en Burgos o en Soria.

Ejemplo de curiosidad es el mensario de San Claudio de Olivares, un testimonio escultórico policromado que no fue infrecuente en la Edad Media, aunque sí más rara su conservación hasta nuestros días. El más cercano y célebre al barrio de Olivares radica en San Isidoro de León.

En suma, la falta de conservación ha privado a la provincia de lucir algunos edificios que seguro existieron en el pasado. Testimonio de esta circunstancia son los restos que se conservan en Mombuey o en Sejas, aunque "elementos muy episódicos", a juicio de Hernando. Poco que ver con la comarca de la Bureba en Burgos, o la de Gormaz, en Soria. Territorios abonados para el románico que no germinó en comarcas como las de Sayago o Aliste, o en la región montañosa de Sanabria.

Por último, cabe acudir a una realidad que a ningún zamorano se le escapa. Este territorio fue más bien pobre. "Cuando uno recorre el Valle del Duero, encuentra edificios de mayor envergadura", explica Hernando. Una realidad que, como ahora, ha perseguido el sino de esta tierra.

Características que son resultado de las claves expresadas por José Luis Hernando: una provincia vasta y con una población dispersa y una repoblación posterior a la de otras regiones de la actual Castilla y León. Asimismo, Zamora tampoco se encontraba en el corazón de la ruta de peregrinación y, cuando el románico tuvo su apogeo, se trataba de un estilo "terminal", que se mezclaría con las nuevas tendencias artísticas.

¿Que el románico sea tardío significa que es de menor calidad? El profesor de la UNED de Zamora asegura que "no necesariamente", aunque las construcciones de aquella época son resultado de las circunstancias en las que fue alumbrado. Poco que ver con la cantidad de vestigios que aficionados y expertos pueden hallar en la provincia de Soria, al norte de Palencia, en Burgos o en Segovia. Al menos, Zamora puede seguir presumiendo de la mayor concentración urbana de templos, un referente para cualquier visitante que se acerca a la ciudad.