Con auténtica frialdad, los tres imputados en la trama Asturianos negaron, a pesar de la existencia de las grabaciones hechas por la Guardia Civil, que hubieran mantenido conversaciones sobre la captura clandestina de corzos, ciervos y jabalíes o para acudir a realizar batidas por las noches. Muchos los encontraron en el monte muertos porque se han visto afectados "por una enfermedad" que ha diezmado la fauna, indicaron. Hasta 34 cabezas de ciervos, y corzos con cráneo y sin él, pero todas con carne, se incautó la Guardia Civil en el matadero propiedad de la familia implicada en venta ilegal de carne de caza mayor, además de varios jamones y carne sin control sanitario congelada en un arcón.