Los niños zamoranos demostraron ayer madurez, conocimiento de las tareas que desempeña la Diputación y una especial sensibilidad por el medio ambiente en el «pleno infantil» que acogió el salón del antiguo Palacio Provincial, que acogió a un centenar de escolares del colegio Corazón de María de la capital y los centros rurales de Morales del Vino y Moraleja. Tras el desenfadado y, por momentos, emotivo encuentro, los jóvenes de sexto de Primaria compartieron un chocolate con el presidente Fernando Martínez Maíllo tras felicitar el «supercumpleaños» a la institución provincial por su Bicentenario.

En la primera parte del acto, el propio presidente asumió el papel de didacta para mostrar a los jóvenes datos y aspectos como la redacción de la Constitución de Cádiz de 1812, que dio origen a las diputaciones, el nacimiento de la institución zamorana o las funciones que ejerce en la provincia. En ese primer acto, los escolares se mostraron despiertos para atinar con el año de la actual Constitución, 1978, o los nombres de las diferentes comarcas que componen Zamora, aunque estuvieron algo más perdidos para acertar con el número de municipios, 248.

De nuevo, el archivero Pedro García aprovechó la visita excepcional de los escolares al plenario para enseñarles la historia de Zamora a través de las extraordinarias pinturas de Ramón Padrón. Bajo la promesa de ser «formal, cumplidor y muy breve», García enlazó las victorias del héroe Viriato con el agradecimiento de Fernando, el Católico, a los zamoranos por su apoyo en la Batalla de Toro. «¿Dónde se guarda la bandera auténtica?», preguntó de manera espontánea uno de los jóvenes. «En el corazón», respondió el historiador ante la sorpresa de los congregados.

Maíllo abandonó la tutela de losjóvenes en el segundo acto, esto es, el anunciado pleno infantil. La presidenta, alumna del colegio de Moraleja, demostró sus «tablas» repartiendo turnos y respuestas desde la mesa que preside, impasible, el retrato de Alfonso XII. Los portavoces infantiles de los diferentes centros demostraron su conocimiento de la Diputación en la lectura de breves discursos que previamente habían cocinado con sus profesores.

En su ensayada intervención, los alumnos pidieron a la Diputación mantener las ayudas al mundo rural o seguir apostando por servicios básicos en los pueblos. Pero, en realidad, el verdadero denominador común fue claro: una máxima preocupación por el medio ambiente. En efecto, los «diputados del mañana» tienen claro que desean un lugar confortable en el que vivir. Para ello, pidieron «campañas» que conciencien del valor de la naturaleza, el reciclaje o el «cuidado» de las instalaciones que la propia Diputación ayuda a construir.

El argumento ecológico fue tan abrumador que el propio presidente -«el de verdad», como señalaban los niños- reconoció la sensibilidad por un medio, el de todos, que no pasa por sus mejores momentos. En el turno de preguntas, la presidenta volvió a mostrar su «veteranía». «Tendremos en cuenta la propuesta», aseguraba fuera cual fuera la pregunta, demostrando que los políticos no siempre responden a lo que se les pregunta.

Y faltaba el «se levanta la sesión», frase que se elevó en el noble plenario de la Diputación, conscientes de ser «los diputados del mañana», aquellos que decidirán el futuro de la provincia. Una foto de familia y un chocolate sirvieron para brindar por el «supercumpleaños».