Entre encinas, robles, tomateras, calabazas y groselleros, los problemas son menos. De eso saben mucho en el instituto Río Duero de la capital, donde sacan mucho partido al vivero que han puesto en marcha entre los alumnos y el personal del centro.

Mientras que por un lado la actividad acerca a los estudiantes al mundo vegetal, a las ciencias y a la química, también sirve de lugar de encuentro y trabajo en el que los jóvenes mediadores reúnen a los estudiantes con algún problema escolar para intentar ponerle solución. «Una de las mejores fórmulas es llevarlos al vivero, donde además de hablar y que cada uno exponga su versión, también pueden trabajar con las plantas, al final les gusta y les engancha», afirma Tino Losada, director del centro y firme convencido de los beneficios de estas mediaciones, «los chicos lo hacen bien y se implican, por ahí se oyen muchas cosas sobre la juventud, pero la realidad es que los chavales valen la pena», subraya.

En total son 30 las personas, entre alumnos, ayudantes y mediadores, los que se encargan directamente del cuidado del vivero, instalado en un viejo gimnasio del centro al que las goteras no le permiten estar dedicado a otras actividades educativas.

Los alumnos saben cuál es su tomatera o su hibisco, y se muestran orgullosos de sus progresos, «los riegan, les echan distintas hormonas para ver cómo influyen en el crecimiento, desentierran la bellota para ver cómo sale de la raíz... además ahora con el buen tiempo han crecido mucho», se expresa orgulloso el docente.

Ante el éxito del vivero, desde el centro plantearán a la dirección provincial que les permita llevar las plantas a una zona forestal, «para repoblar el lugar que nos destinen y también para dar una salida a todas las plantas que tenemos en el instituto y que no queremos que se echen a perder durante el verano», señala el director, que aunque teme que no hay precedente en este tipo de concesiones, espera que se escuche la petición del instituto y se les permita continuar el trabajo que con tanto mimo han desarrollado durante los últimos meses.

Como las plantas, también las personas necesitan que las mimen y las cuiden, y eso en el vivero del Río Duero está a la orden del día.