Cómo era la Zamora medieval y qué relación tenía con el mundo musulmán durante el dominio árabe de la Península Ibérica. Una cuestión que no se responde en cuatro palabras es la que abordó en la tarde de ayer Herminio Ramos, cronista oficial de la ciudad, en el Club de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA. De sus palabras se deduce que la ciudad vivió a espaldas del imperio forjado por Abderramán I, con la única excepción de la incursión de Almanzor, el militar que llevó la bandera del Califato de Córdoba hasta la misma ciudad de Santiago.

Para que los asistentes al foro del periódico pudieran entender la influencia árabe, Herminio Ramos trazó las líneas básicas del complicado mapa medieval de la península. Al-Andalus avanzaba hacia el norte, mientras los reinos cristianos intentaban sostener la influencia musulmana. Zamora permanecía en un área marginal, porque «era una zona límite y los árabes se quedaron a las puertas, igual que toda la franja del norte», explicó el colaborador del diario.

Y sin embargo, el empuje de una religión que se extendió en tiempo récord por toda la Europa de la Edad Media trajo a Zamora algunas de las palabras que utilizamos a diario y en las que apenas reparamos. «Los filólogos calculan que el 28% de las palabras españolas son de origen árabe», apuntó el cronista, que quiso precisar una verdad que circula siempre que se habla de la toponimia de esta influencia. «Un 90% de las palabras que comienzan con el prefijo "al" tienen su origen en la lengua árabe», advirtió.

Pero si hubiera que elegir un ejemplo cotidiano del influjo del llamado «emirato independiente» habría que buscar realmente poco. «La calle Balborraz es un claro ejemplo de término árabe y significa algo así como "Puerta de la cabeza"», asevera el historiador, quien explica que tal elemento existió en el pasado en la empinada calle, «a la altura de la calle del Loro».

Ya en la provincia, Ramos citó algunos nombres propios que suenan a diario y que tienen su origen en la aventura de Abderramán I en la península. Es el caso de los términos Samir -en la localidad de Samir de los Caños-, Muga, Alcañices, el arroyo Zulema -situado en la Sierra de la Culebra- o el arroyo Adalia, en las proximidades de Toro.

A lo largo de su intervención, el veterano maestro se fue al origen mismo del nombre de la ciudad, Semuret, que «puede significar olivo o acebuche silvestre», o el término aceñas, la palabra árabe para referirse a los molinos de agua. Pero también se refirió a apellidos zamoranos, como «"Cirac", que significa camino», añadió Ramos. Venialbo, Arcenillas o Castrotorafe fueron algunos otros ejemplos citados durante el foro del Club.

Durante el acto, Herminio Ramos se esforzó por hacer fácil lo difícil: explicar la Zamora actual como un cúmulo de influencias de distintas culturas y periodos que se han sucedido a lo largo de siglos. Según el historiador, lo más llamativo de la ciudad en la Edad Media fue su esplendor arquitectónico y patrimonial, que contrastó con una población prácticamente testimonial. Y es que, según señalan los textos, un censo del año 1570 aclara que Zamora reunía 44 iglesias con sólo 6.000 habitantes, excluidos los entonces arrabales de San Lázaro y San Frontis.

Sin duda eran otros tiempos, una etapa de concordia entre cristianos y judíos, que vivían a espaldas del mundo árabe. «No había problemas entre las distintas religiones», recuerda el cronista oficial. Por entonces un quinto de la población era hebreo, mientras que el resto pertenecían al núcleo cristiano del norte del país, donde los diferentes reinos luchaban por mantener su identidad y hacer frente al emirato, que tendría los días contados en el ocaso del siglo XV.