Los grupos de apoyo son esenciales a la hora de ayudar a los familiares de enfermos de trastornos alimenticios. «Se trata de un problema que se centra en el enfermo, pero que afecta a toda la familia», explica el psicólogo Manuel Antolín en su intervención en las IV Jornadas de Trastornos de la Alimentación. La preparación de la familia ante el reto de tener en casa un afectado de bulimia o anorexia es fundamental. «La familia, a nivel psicoeducativo, necesita saber las causas por las que se ha originado ese trastorno que los ha desestabilizado y para afrontarlo necesita aprender unas pautas, unas acciones concretas antes estas nuevas circunstancias», reconoce Antolín.

Entre esas guías de actuación, este experto, que es también terapeuta familiar y trabaja en el Centro de Psicología Mentsana de Cáceres, además de colaborar con la Asociación en Defensa del Tratamiento de los Trastornos de las Conductas Alimentarias de Extremadura, enumera el desarrollo de la serenidad y la tranquilidad en casa «porque esto no es una carera de cien metros, sino una carrera de fondo. Y por ello hay que estar preparados para ir poco a poco. Un clima de tranquilidad en el hogar ayuda a que la persona evolucione».

El trabajo en equipo, entre los familiares y los profesionales que tratan al enfermo también es importante. «Los padres también tienen que estar unidos y reforzarse entre ellos, apoyándose mutuamente», puntualiza.

Estos comités de apoyo, de los que disponen todas las asociaciones de este tipo en España, pueden ser de autoayuda «donde se reúnen las familias para hablar sobre lo acontecido desde el último encuentro en los hogares con los enfermos, para apoyarse unos a otros», explica Antolín, o grupos de apoyo en sí mismos, «dirigidos por profesionales, donde hay un programa más específico», diferencia.

La sensación de culpa es algo habitual entre algunos familiares que tienen que convivir con esta enfermedad en casa. «No se da en todos los casos, porque algunas familias consideran que han hecho lo que han podido, pero la culpa es un sentimiento que suele aparecer en algún momento del tratamiento de la enfermedad», reconoce.

Para Antolín en «fundamental» que la familia sepa afrontar este problema. «Tienen que saber manejar la situación de manera muy directa. Convivir con una persona que tiene este tipo de trastornos hace que siempre haya un familiar que caiga también enfermo, por problemas de ansiedad, depresión o estrés. Por eso hay que trabajar con la familia, para protegerla y enseñarle cómo cuidarse para estar bien y poder así ayudar después al enfermo», apunta.

La mejora de aspectos como la autoestima, la autorregulación emocional o las habilidades sociales pueden prevenir los trastornos del comportamiento alimentario. Así lo explicó el psicólogo Rodrigo Carcedo González, de la Escuela Universitaria de Magisterio de Zamora. En su charla sobre «La promoción del desarrollo personal y social en la infancia como forma de prevención de los trastornos de la conducta alimentaria» Carcedo expuso el trabajo del profesor Félix López en la Universidad de Salamanca, con el que se ha comprobado que se mejoran todas estas habilidades en los niños «y eso es un buen indicador» para prevenir este tipo de trastornos que, en gran parte, se basan en carencias en esos aspectos emocionales. Lo ideal es que estas pautas se desarrollen en los centros escolares, «aunque la familia también puede participar».