La escritora Emilia Oliva García ha ganado la última edición del certamen de poesía «León Felipe», fallada anteayer en el municipio Tábara.

-¿Cómo llega a la poesía?

-De las retahílas populares que te cuentan en el entorno familiar y de las composiciones que hacía un borracho de mi pueblo que creaba historias en verso con la baraja de cartas.

-¿Cuándo comienza a escribir?

-El primer intento de hice en la escuela y fue una novela. En la época de la facultad descubrí que todo estaba contando y que nunca se alcanzará el nivel de aportar cosas nuevas. En mi vida hay un periodo que se prolonga desde el fin de la carrera a cuando comienzas con la vida familiar que supone una fractura creativa. Seguí escribiendo, pero como un puro pasatiempo. Posteriormente cuando tenía 35 años, en un momento de crisis personal, volví a crear. En aquel momento abordé la escritura como quien no conoce nada, con una gran inseguridad que me impulsó a apuntarme a talleres de escritura donde aprendo a tener la mirada de lectores ajenos o técnica de trabajo. En aquel período fui seleccionada para una antología y en un taller a distancia me di cuenta de que mis poemas podían ser apreciados por otros.

-¿Cómo definiría su hacer literario?

-Es difícil escribir con una continuidad cuando uno tiene otras ocupaciones. Creo que se trata de una búsqueda desde la imaginación a partir de vivencias personales con una proyección hacia el futuro. El poemario que he enviado al certamen es un texto que supone mirar más al interior porque el personaje de fondo es quien ya está a un paso de la muerte. Es un personaje que mira hacia atrás, lo que le confiere cierto toque intimista con influencias de Neruda y de la poesía de Aleixandre. La especialidad es muy importante en mi poesía, el poema no es sólo sonido, también es espacio.

-¿Qué le hizo enviar su poemario al concurso internacional de «León Felipe» que ha contado con 287 participantes?

-Yo no escribo poesía suelta, sino que hay detrás un proyecto. En este caso el germen de arranque fue una imagen. Un amigo me envió una fotografía en la que figura un banco en una alameda y al fondo está la niebla que impide ver los árboles. En la instantánea no hay ninguna figura humana. A partir de ahí reflexioné sobre quien habita en ese fondo y se encuentra fuera del encuadre. En el poemario «Quien habita el fondo» es quien ha perdido el lugar que ocupaba o quien ha perdido la comunicación con la persona amada. Temporalmente los versos se gestan durante dos años y lo concluí a finales de 2008. Me ha alegrado mucho conseguir el galardón porque es un poemario en el que he puesto mucho de mí. Es una obra que no quería enviar a editoriales, ya que te dicen que no envíes manuscritos no solicitados. «Quien habita el fondo» pensaba que iba a ser un poemario que se iba a quedar en el cajón y que lo conocerían personas cercanas a mí.

-Usted también ha ahondado en la poesía visual.

-Yo partía de que todo está dicho y o encontraba una vía nueva o no merecía la pena seguir escribiendo. Con este planteamiento comienzo a tener contacto con la poesía visual, que me parece un divertimento con la palabra. No me considero una poeta visual, aunque me gusta por la faceta de experimentación y búsqueda que conlleva. Hay poemas que no podrían ser expresados de otra manera que a través del poema visual.

-Concibe la poesía como...

-Es un camino de búsqueda que va más allá de lo racional. La escritura es una decantación lenta y que no todo lo que uno vierte en la página es válido, por lo que desarrollo una reescritura bastante exhaustiva en busca de un equilibrio en la estructura del libro.

-Desde sus facetas de editora de unas secciones de una revista literaria, poeta, educadora y asidua lectora de versos. ¿Cómo encuentra el género?

-La poesía es consustancial al ser humano. Somos seres atravesados por las palabras. Más que carne y cuerpo somos palabra e imaginario. El meollo del ser humano pasa por la palabra. No creo que la poesía esté desterrada de nuestra vida. En los últimos años los medios de difusión de lo poético se han transformado en canción, lo que implica que el género poético se viste con unos ropajes distintos y que está en boca de la calle. Muchas veces incluso en las barbaridades que dicen los chicos hay poesía. Desde mi punto de vista poesía y palabra son uno. No tengo la mirada estrecha de poema como construcción verbal que suena bien que responde muchas veces a lo que se publica. Para mí la poesía tiene que estar asentada en la carne, en la vida, en la tradición y en el imaginario. La poesía está ligada al hombre, que no ha cambiado tanto a lo largo de los siglos pero se mueve, lo que ha implicado que la poesía haya cambiado otras formas creativas.

Malpartida de Plasencia, 1957

Licenciada en Filología Románica y en Filología Hispánica por la Universidad de Extremadura. Ha trabajado en las Escuelas de Idiomas de Cáceres y Plasencia así como en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Extremadura. Asidua colaboradora en la prensa regional con artículos de opinión. Actualmente es profesora de francés en el instituto de enseñanza secundaria de Zarza de Granadilla, de Cáceres, y editora en la revista literaria «En sentido figurado». Su obra «(re)fracciones» ha sido galardonada con el premio de poesía Ciudad de Zaragoza y sus obras de experimentación poética «Torsión» y «Figuraciones 7/77» fueron seleccionadas y publicadas por el Ayuntamiento de Zaragoza en convocatorias sucesivas. Ha recibido mención de honor en el V Concurso Internacional de Microcuentos y Poesía Mujeres Emergentes de Brasil.