Ningún zamorano es ajeno al punto de inflexión marcado por la recuperación del Castillo medieval de la ciudad y su apertura al público como lugar cultural y de recreo. Tal día como hoy, un año atrás, decenas de zamoranos se arremolinaban a las puertas de los remozados jardines para poder descubrir y valorar la intervención llevada a cabo durante varios años, con una inversión cercana a los ocho millones de euros. Pero lejos de haber culminado la puesta al día del espacio, el recinto se abre a numerosas posibilidades de futuro. En ello está el Ayuntamiento de Zamora, que estudia las fórmulas para «añadir atractivos» al Castillo y poner fin a la gratuidad del acceso.

t «Valor añadido». No es la primera vez que el Ayuntamiento plantea el cobro de entrada para acceder al recinto del Castillo. De hecho, es un caso extraño por escaso el acceso gratis a un edificio histórico de la talla del Castillo. «Debemos terminar con la creencia de que, siendo gratuito, algo es más público», advierte Luis Javier Alonso, concejal de Promoción de la ciudad. Sin embargo, los responsables municipales no se plantean el simple cobro del acceso para observar un bien patrimonial. La visita puede ir acompañada de un «valor añadido», según apunta Alonso. Hace referencia a actividades -algunas ya se están poniendo en marcha- que añadan «atractivos» al marco monumental. Aquí las posibilidades son numerosas: exposiciones, degustaciones o espectáculos de luz y sonido, dentro de un marco realmente sugerente.

t Estudio económico. «Hemos encargado un estudio económico a los técnicos para que valoren cuáles son los costes que genera el mantenimiento de la infraestructura», informa Luis Javier Alonso, quien asume en primera persona el «impulso» a fórmulas que «rentabilicen» los gastos que se derivan de la utilización del espacio. Asimismo, el arquitecto que ha dirigido la rehabilitación del recinto medieval, Francisco Somoza, aboga por la «racionalización» en el acceso al Castillo, para «mantener y mejorar el espacio».

t Conservación. Uno de los aspectos en los que inciden los impulsores del proyecto es el de la conservación. A juicio de Francisco Somoza, el conjunto que forman los jardines, las ruinas recuperadas y la propia fortaleza es «delicado», por lo que es conveniente establecer mecanismos para «consolidar lo que ya se ha recuperado». Un uso descontrolado de los diferentes rincones que componen el también centro expositivo de arte pasaría factura a la infraestructura.

t Baltasar Lobo. Uno de los motivos que impulsaron la rehabilitación del Castillo -su último actividad la protagonizó la Escuela de Artes y Oficios- fue la creación de un museo abierto para albergar la obra de Baltasar Lobo, el genial artista contemporáneo cuyo nacimiento se ha festejado el centenario este mismo año. Sin embargo, la falta de espacio para mostrar el legado completo del autor en la Casa de los Gigantes y el almacenamiento de centenares de piezas en el Museo Provincial no han hecho sino prolongar el debate sobre el espacio definitivo para el de Cerecinos de Campos. «El Castillo no es un espacio exclusivo para Lobo, sino que puede completarse con exposiciones temporales de otros autores contemporáneos», reitera Luis Javier Alonso. La decisión definitiva sobre la obra de Lobo descansa, entre otros, en la propia fundación del autor zamorano. En todo caso, Francisco Somoza defiende que, actualmente, su obra «es mil veces más visitada que antes de la intervención y, en consecuencia, mucho más divulgada».

t Reclamo turístico. En cuanto al atractivo que ha añadido el Castillo para los turistas, los números hablan por sí solos. Desde la apertura del espacio -hace ahora doce meses-, los responsables del área calculan que las visitas han superado las 200.000. «Es un escenario de primer nivel», apunta el concejal Luis Javier Alonso, quien asegura que la fortaleza «se ha incorporado al discurso de ciudad que nosotros defendemos, con esa mezcla simbólica de lo medieval y lo contemporáneo». Para Francisco Somoza, una de las realidades más que más valora radica en que «el paseo de la ciudad acababa en el siglo XII, con el Románico, y desde que el Castillo ha abierto sus puertas, se acaba doce siglos antes de Jesucristo».