El Centro de Escucha «San Camilo» comienza mañana sus actividades en la Casa de la Iglesia, situada en el Seminario «San Atilano», con el objetivo de ayudar a las personas que están en el proceso de duelo por la pérdida de un ser querido. Su responsable, Florencio Gago, que es el delegado diocesano para la Familia y Defensa de la Vida, explica que este tipo de centros suelen estar enfocados a todo tipo de situaciones que «puedan provocar en la persona una situación de duelo, desde un desengaño amoroso a la pérdida del trabajo, situaciones en la que la persona se siente deprimida, con cierta pérdida del sentido de la vida». Sin embargo, en el caso del centro de Zamora, se ha canalizado más hacia determinado tipo de situaciones como la pérdida de un ser querido «porque eran las más preocupantes, ya que no había ningún otro dispositivo de respuesta». Para su creación «nos pusimos en contacto con los religiosos Caminos», que regentan un hospital en Tres Cantos (Madrid), donde trabaja José Carlos Bermejo, «una autoridad en este tema del duelo a nivel mundial». Con esa ayuda se ha puesto en marcha el Centro de Escucha, que lleva ya un año de actividad, aunque tuvo un parón durante el verano. «Ofrecemos grupos de autoayuda, que es quizá el apoyo más eficaz en este momento del duelo. Hay dos grupos se reúnen el primer y el tercer miércoles de cada mes».

Además, el Centro de Escucha dispone de «atención personalizada a través del Centro de Orientación Familiar. Hay personas que no pueden acudir a las reuniones de grupo por cuestión de horarios u otros problemas que requieren una atención individual». Incluso se presta atención domiciliaria a las personas que así lo requieren. Pérdida de seres queridos y traumas post-aborto, en mujeres que han recurrido a la interrupción voluntaria del embarazo o personas que han ayudado a ello son los principales problemas que se tratan en este dispositivo diocesano. Florencio Gago constata que la cultura social no ayuda a «asumir la muerte como parte de nuestra realidad».

«Se oculta, no se habla de ello en profundidad, nos cuesta mantener una conversación en torno a la muerte», constata el religioso. Y no es que los medios de comunicación no publiciten las malas noticias, cuando ocurren desgracias, «pero solamente en el aspecto del morbo». Entonces, «cuando nos toca de cerca nos lleva a situaciones muy difíciles, nos hundimos y no tenemos recursos internos para asumir ese tipo de golpes». Gago constata que «hay situaciones tremendas, accidentes, muertes inesperadas. Pero pensamos que tenemos la vida comprada, podemos con todo, no nos va a tocar nunca nada, y cuando nos viene, nos coge sin cimientos sólidos en los que poder agarrarnos». De entre todos los casos «especialmente duro es la pérdida de los hijos. Porque nacemos para enterrar a los padres, no a los hijos. En los grupos hay varios casos de padres han perdido un hijo y son los que más tarden en salir del duelo». Gago aclara que el Centro de Escucha no resuelve todos los problemas: «No les quitamos el dolor, no hacemos trucos, ni magia. Lo que hacemos es ayudarles y decir que con ese dolor también se puede vivir. Que no queden postrados por el dolor, aprendan a asumirlo, a descubrir que ese dolor puede llegar a ser fuente de vida».

Tampoco socialmente, en general, «sabemos consolar a las personas, les decimos palabras que en vez de ayudarles les hunden: "Dios lo que ha querido así", "Es ley de vida"...».