Mañanas como la de este domingo son el verdadero libro para leer una tradición centenaria. En ella, todo lo que acontece rodea a la única protagonista. Es la Virgen de la Concha, patrona de Zamora, coronada canónicamente por el Vaticano y verdadero punto de encuentro de los sentimientos de los fieles. Junto a ella, cientos de zamoranos cubrieron las calles del casco histórico desde el Ayuntamiento hasta la Catedral con las galas del domingo y la formalidad de la fiesta anual, como contrapunto a la alegre romería de La Hiniesta. Todo medido en una mañana espléndida, en la que el sol puso la alfombra en la que caminar y cumplir con el culto a la patrona.

En el salón de plenos del Ayuntamiento, la Escuela de Folclore del Consorcio de Fomento Musical recibía la medalla y el título de honor de la cofradía. Bastó escuchar las palabras sinceras de su presidente, Conrado Eguaras, para entender el sentido del reconocimiento. «La primera vez que la escuela participó en la romería, en el paseo central de Valorio aguardaban decenas y decenas de entusiastas alumnos tocando dulzainas, gaitas, flautas, tamboriles, cajas… Fue un acto sencillamente grandioso», explicaba un tanto emocionado Eguaras.

Con un baño de reconocimientos ganados a pulso, los homenajeados recibieron la medalla y el título honorífico para convertir a la Escuela de Folclore –que viene de cumplir veinte años de vida– en un cofrade más de La Concha, cofrade de honor, eso sí.

Con un sol limpio, la Plaza Mayor esperaba la salida de la procesión. Allí, los Gigantes tomaban altura para escoltar a la patrona. El Abuelo, la Negra, el Turco y el Ramón abrían al paso en busca del templo mayor de la ciudad. A continuación, las flautas y tamboriles de Tradición y Música Popular daban vida a los sones que ya habían ensayado antes del desfile.

Acto seguido, decenas de águedas de los barrios de Zamora y de varios pueblos de la provincia, junto a asociaciones culturales portaban ya los tradicionales ramos de flores y productos de la tierra –pimientos, cebollas, legumbres– para entregarlos en la ofrenda floral. Tras ellas, a hombros, la imagen de la Virgen buscando la Catedral.

Y en la cola del cortejo, el presidente de la cofradía, Conrado Eguaras, junto a la alcaldesa de la ciudad, Rosa Valdeón, y varios de sus concejales, Feliciano Fernández, Mar Eleno o Ángel Luis Crespo. Fernando Martínez Maíllo y Clara San Damián caminaban para portar el nombre de la Diputación Provincial y del homenajeado Consorcio Musical, mientras que Pedro Julián hacía lo propio como presidente de la Junta Pro Semana Santa.

Y allí, una vez en la Catedral, la ofrenda para dar paso a la eucaristía oficiada por el Obispo, Gregorio Martínez, en un templo completamente lleno.