Se constituyen hoy los nuevos Ayuntamientos en todo el país, en toda la provincia. Y subrayo el plural, porque desde las elecciones puede haber dado la impresión de que en esta provincia no hay otro Ayuntamiento que el de la capital. Ya ves. Ni siquiera es donde vive la mayor parte de los zamoranos. Poco más de un cuarto y va que chuta. Lo que pasa es que te fijas siempre en lo que tienes más cerca, y más aún si los resultados, como en este caso, tiene morbo e incógnitas hasta el final. Pero es lo cierto, como digo, que ayuntamientos hay de sobra -literalmente de sobra- en esta provincia y que hacia todos ellos, de modo general, deberíamos de mirar un día como hoy.

Las corporaciones que hoy asumen el mando, sea en la capital, en Benavente y Toro, en los centenares de pueblos dispersos por ahí, lo hacen, como siempre, con ánimo, ganas y su buena dosis de pasión. Esa es la verdad. Más pasión, si quieren, los novatos, por aquello de la novedad; pero pasión a la postre, ganas de hacerlo bien y "triunfar" ante el vecindario, es algo común a todos los ediles. De lo contrario no se hubieran presentado a las elecciones. Sin embargo, ya veremos lo que les dura ese ímpetu positivo. Con rapidez se van topar con la dura realidad. Mientras se es mero aspirante, todo parece posible. Cuando se está en el Consistorio y llega el tiempo de pasar de las palabras a los hechos, lo primero que advierten los ediles es que no hay un duro en caja. Lo más que pueden esperar es que las deudas no sean exageradas, pero liquidez seguro que no hallan ni dos de cada cien.

Los ayuntamientos, ay, son los parientes pobres de la democracia española. Al principio, todo estaba en manos del Gobierno central. Después, vino el tiempo de las Autonomías que, a golpe de reivindicaciones nacionalistas, han dejado a la Administración central con cada vez menos dinero y competencias. Adonde no ha llegado nada es a los ayuntamientos. Estos, con cada vez más gastos pero los mismos o menores ingresos, renquean. Si aún funcionan, dicen los más pesimistas, es porque el "engrase" del urbanismo les ha permitido sacar dinero de donde no lo había. Pero si hasta esto se parara, ¿qué? ¿Tienen medios los alcaldes que hoy toman posesión para cumplir con un mínimo de dignidad su cometido? Los de los pueblos pequeños desde luego que no. Urge por ello una modificación profunda de nuestra administración más cercana. No es justo que tantas esperanzas como hoy depositan tantos ciudadanos en sus flamantes ayuntamientos se vaya a quedar en casi nada a la vuelta de unos meses. Como suele suceder.

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