El botellón no ha sido propuesta de ninguna administración pública, ni del sector privado. Ha aparecido a finales del siglo pasado espontáneamente, sin que desde entonces se haya determinado la causa, que probablemente no es una sola sino un conjunto: la cultura tradicional del consumo de alcohol especialmente en las celebraciones de cualquier tipo; el precio de las copas en los bares; la personalidad de los jóvenes que buscan su propia forma de divertirse; la reunión alternativa y nueva en las calles para verse, conocerse, ligar?

Nada muy distinto de las clásicas verbenas donde se consume alcohol en la calle, se eleva el volumen del sonido, se ensucia el entorno, se molesta a los vecinos de los alrededores? con la única diferencia salvo que en las verbenas todo eso está autorizado administrativamente, y amparado por la fiesta del pueblo o la ciudad dedicada generalmente a un santo patrón o santa patrona.

El consumo de alcohol entre los menores lamentablemente es igual en verbenas, pese a que puedan estar los padres presentes, que en los botellones. En los centros donde he trabajado como maestra y donde se aplicaban con asesoramiento de expertos programas dirigidos a evitar o minimizar el consumo de alcohol entre jóvenes, a la pregunta de donde habían consumido alcohol por primera vez muchos respondían que en casa, en fiestas como la nochevieja; y a la de si se habían emborrachado y dónde, decían que en la verbena de la fiesta del propio pueblo o del de al lado.

Lo dicho no tiene como fin justificar el consumo de alcohol en la calle y menos entre los más jóvenes (he visto en el hospital de Salamanca, donde he tenido que estar tanto tiempo, cientos de chicos y chicas llorando a la puerta por amigos ingresados con coma etílico, y esa es una experiencia sobrecogedora), sino que lo cito para que nos demos cuenta de que estamos criminalizando el botellón que es como una verbena no autorizada y sólo con gente joven, lo que la hace más arriesgada por la propia personalidad de la adolescencia proclive a las conductas de riesgo.

Esa es la mayor preocupación sobre el botellón, el excesivo e incontrolado consumo de alcohol, aunque es justo reconocer también que no todos los que van al botellón beben o se emborrachan. Luego hay otros problemas importantes añadidos, como la salud de los vecinos próximos a la zona donde se hace, sobre todo por ruidos y falta de sueño; el excesivo consumo que por falta de control puede acabar en peleas y agresiones; y la suciedad del entorno inherente a cualquier concentración masiva. Nada que no pueda pasar y que pasa en las miles de verbenas que se celebran en toda Zamora.

Esto lamentablemente es el pan nuestro de cada día -al escribir esta frase me he dado cuenta de que el vino forma parte de la eucaristía, hasta tal punto está presente en nuestra cultura- y por ello debe ser motivo constante de preocupación y de búsqueda de soluciones.

Sin embargo en Zamora esa preocupación adquiere especial protagonismo en la Semana Santa, en la noche de la primera luna de la primavera. Algo que es entendible porque desde hace años el botellón va en aumento, y porque en las cercanías del lugar donde se celebra, también pasan las procesiones del Yacente y de Jesús Nazareno vulgo congregación, más conocida tradicionalmente como la procesión "de los borrachos" y cuyo paso más conocido es el denominado "cinco de copas", que se baila al salir del templo ¡Hasta tal punto la tradición semanasantera muestra también la cultura del vino! Como lo hace la merienda del Jueves y Viernes Santo en los jardines del Castillo, que se ha extendido en los últimos años a las plazas cercanas con mesas y sillas portátiles que la asemeja a una romería. Digo esto para que se vea que no sólo el botellón es un fenómeno nuevo en la Semana Santa, sino que se ha innovado en muchos aspectos en esta celebración.

Entiendo las quejas de los vecinos que además de las molestias del paso de las procesiones y aglomeraciones de la gente que va a verlas, y que llevan con el orgullo de formar parte del hermoso marco de la Semana Santa, tienen que aguantar los ruidos y suciedad causados por el botellón.

Lo que no comparto es alguna de las soluciones propuestas, como son habilitar un espacio alejado de San Martín en otra parte de la ciudad, porque eso supondría que el ayuntamiento sería convocante de un botellón, que es una actividad ilegal, y no evitaría consumo de menores, borracheras, suciedad, ni molestias por ruidos; sólo trasladaría el problema a otra parte. Tampoco comparto organizar un evento tipo "selvátika" esa noche porque haría la competencia a nuestra magnífica Semana Santa, y zamoranos, visitantes y hasta algún cofrade se iría a bailar al Ruta en lugar de ver "bailar el cinco de copas" (recuerdo que no hace tanto, o sí porque yo era pequeña, no se permitía ni poner música que no fuera religiosa). Y mucho menos comparto que se reprima el botellón, que hasta ahora ha sido una concentración pacífica, con tal contundencia que la noticia de la represión y la posible reacción de algún incontrolado, pudiera empañar la celebración de la Semana Santa y la imagen de una ciudad tranquila, respetuosa, abierta?Zamora.

Educación todo el año, y poner todos los medios para evitar el consumo de menores, minimizar las molestias y ruidos, garantizar la seguridad de jóvenes y vecinos, todo eso reforzado, es la tarea de las instituciones públicas. Hacer una llamada a la colaboración de los vecinos como ha hecho la Junta pro Semana Santa con los cofrades. Apelar a la tolerancia y paciencia de los vecinos de la que han hecho gala muchos años, y al respeto de los visitantes. Decirles a los jóvenes que Zamora y su Semana Santa merece la pena conocerla y disfrutarla en todo su esplendor, y no en un reducido espacio de botellón, que pueden tener en cualquier sitio? Decirles también porque es verdad que disfruten de la amabilidad de nuestros hosteleros.

Para que los jóvenes que vienen al botellón se acerquen cada vez más -muchos ya lo hacen- a ver al Yacente, a ver bailar "el cinco de copas" a su salida y luego a ver la procesión, comer las sopas de ajo, conocer la marcha de Thalberg? Y que vuelvan cuando sean más mayores a conocerla, la Semana Santa y la ciudad.