Es usada esta expresión para definir el momento en el que ciertos individuos hacen o dicen algo que no procede, que está fuera de lugar, que resulta inapropiado. Describe una situación bastante común, la de hacerse protagonista a base de mear fuera del tiesto, aunque no se disponga de tiesto, ni se tengan ganas de miccionar. Y es que, para mear dentro, se debe ser prudente, virtud en fase de desaparición, además de tener conciencia de que lo que uno hace no tiene porqué ser lo mejor y, por tanto, tampoco parecerle bien a los demás y, en consecuencia, ser aceptado por ellos. Mear fuera del tiesto fue decirle a Luis Bárcenas aquello de "Luis, hacemos lo que podemos" o eso otro que anda circulando en estos días por los medios, de "Paco, estate tranquilo", dirigiéndose al corrupto o presuntamente corrupto, Francisco Granados. Porque el hecho de tranquilizar a dos presuntos delincuentes equivale a intranquilizar a millones de españoles que observan con asombro los peligrosos coqueteos de su presidente, viendo como cae reiteradamente en deslices que le llevan a mear fuera del tiesto, aunque algunos prefieran restarle importancia diciendo aquello de que a palabras necias oídos sordos, o que en el país de los ciegos el tuerto es el rey.

Fuera del tiesto mean, un día sí y otro también, los" indepe" catalanes, cuanto definen como simpatizantes franquistas a los que no piensan como ellos, mientras que a los prófugos huidos de la justicia los califican de héroes, y es que cuando el diablo no tiene que hacer con el rabo mata moscas. Fuera del tiesto mean los que encargan encuestas con la condición que reflejen resultados favorables a determinado partido político, aunque las circunstancias no permitan entenderlo así, porque, aunque la mona se vista de seda mona se queda. Mean fuera del tiesto quienes en un momento determinado llegaron a entender el futuro de España ligado al federalismo, para después relacionarlo con la plurinacionalidad, y ahora no se sabe con qué, y es que quien mucho abarca poco aprieta. Mean fuera del tiesto aquellos otros que siempre presumieron, no sin motivo, de ser un partido coherente y que ahora se arrastra, como mendigo por semáforo a la sombra de unos recién llegados que apenas si le dejan aparecer en la segunda fila de la foto, olvidándose que pájaro viejo no entra en jaula. Mean fuera del tiesto los que presumen de ser jóvenes, como si eso fuera una virtud, y no una mera circunstancia, mientras promueven votar a partir de los dieciséis años, y dejar de hacerlo a los cuarenta y cinco, para que le puedan ser propicios los resultados electorales, y es que ´la cabra siempre tira al monte. El caso es que existe tanta incontinencia verbal, que cada vez hay más gente que llega a orinar en cualquier parte, de cualquier manera, sin pensar si el sitio y el momento son o no adecuados, y así van las cosas, que donde menos se espera salta la liebre. Quizás la solución podría pasar por aumentar el tamaño de las macetas, para ayudar a que la gente apuntara mejor, y a que la urea y el ácido úrico no se perdieran por cualquier sitio menos por donde deberían hacerlo.

De nada sirve prometer el oro y el moro, a la hora de hacer campaña, si más tarde, cuando los buhoneros de la política detentan el poder se meten, cada dos por tres, en camisas de once varas, metiendo la pata hasta el remo, y no cumpliendo lo que prometen, aprovechando que por la noche todos los gatos son pardos. Pero la gente no es tonta y sabe que si el prior está jugando a los naipes ¿Qué estarán haciendo los frailes?

Menos mal que es más fácil coger a un mentiroso que a un cojo, aunque trate de disimularlo imitando a Perogrullo, aquel que a la mano cerrada la llamaba puño. De manera que aun estamos en condiciones de poner los puntos sobre las íes, antes que, los incontinentes urinarios nos arrastren a la ruina de las ideas, a la decepción de los proyectos incumplidos, al miedo que producen los enfrentamientos. De manera que no estaría mal dejar de pensar que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer, y que a falta de pan buenas son tortas, porque la realidad dice que el que no llora no mama y, a veces, en opinión de los optimistas, nunca es tarde si la dicha es buena.