Aquí, en España, cuando se habla de "La Gala" todo el mundo se refiere a la gala de los Premios Goya. Como si no hubiera otra más trascendente, como si de no celebrarse, España estuviera huérfana de glamur, de contenido, de mensaje, de vindicaciones altamente democráticas. Se retransmite por la tele y al día siguiente y sucesivos, periódicos y revistas se inundan de fotos con los mejores y más caros vestidos y joyas, lucidos por las estrellas del momento y de todo momento, las mismas que politiquean aprovechando esos minutos de gloria que les conceden cámaras y micrófonos y lo mismo te hablan de la Ley de Educación, que de los desahucios, de la igualdad de género, de la guerra, de la Monarquía, del Gobierno, sobre todo y para mal si es del Partido Popular, del feminismo, del machismo, de los recortes, de la crisis?.. De todo, menos del cine. Del cine español, por supuesto.

Este año, como en años anteriores, han perdido una oportunidad de oro para manifestarse sobre Cataluña y posicionarse para ver el grado de españolidad de cada uno de ellos. Posiblemente por temor a que el público, mayoritariamente, les boicotee, prefieren pasar de largo por los problemas reales porque ellos no están alineados con la mayoría ciudadana, con el sentimiento español, a pesar de representar al cine español, que subvenciona el Estado español. Ya lo hicieron cuando Eta hablaba a través del plomo y de las bombas lapa. Esos son los verdaderos compromisos, los que muchos españoles esperaron entonces y ahora, decepcionados al ver lo acomodaticios que son "nuestros" amados y nunca bien ponderados actores y actrices. Me quedo con las murgas del carnaval de Cádiz que han puesto al "procés" y a Puigdemont en su sitio. Desde luego, más valientes que nuestros actores y actrices, sí que son.

Todos los años crean una expectación tremenda en torno a la Gala que, como en el caso de la correspondiente a este año, resulta ser un fiasco. Empezando por los presentadores y acabando por el pensamiento único de los presentes, por la demonización del castellano, por sus reclamaciones pasadas de moda, por la insulsez a la que acostumbran y por esa permanente manía de querer parecerse a la gala de los Oscar cuando, en realidad, ni parecida.

Todos los años, aguardo con la misma expectación la Gala de los Goya para no verla. Me aburren los actores metidos a políticos, que hablan de pobres y penurias, de problemas sociales de los que se acuerdan, precisamente en ese instante, mientras ellos viven como reyes de su anhelada república independiente del cine, sin las estrecheces y las penurias de aquellos a los que convierten en bandera. Se les ve en exceso el plumero. La reivindicación de ellas, las actrices, me parece justa. Que se impongan de una pajolera vez y empiecen a mandar en el cine español.