Su firmeza frente al PP, su lealtad a la postura adoptada, e incluso su bizarría de saber dimitir e incluso renunciar a su puesto y a su sueldo de diputado, hicieron de Pedro Sánchez, solo hace unos meses, un claro favorito a recuperar la Secretaría general del PSOE, frente a la andaluza Susana Díaz, muñidora de la vergonzosa conspiración socialista anterior, plagada de traiciones. Y Sánchez ganó, de corrido, e incluso ha ganado en estimación de voto en las últimas encuestas. Pero poco más. Sobre todo, porque el líder del PSOE empieza a emitir rotundas señales de ser un decidido seguidor del nefasto Zapatero, que si puede que convenza con ello a una parte importante de la izquierda le aleja del centro socialdemócrata que es la única posición desde la que Sánchez pudiera aspirar a ganar algún día.

Ya había dado muestras de ello con anterioridad a su defenestración, prometiendo el oro y el moro a los colectivos minoritarios habituales, feministas radicales, LGTBI, y demás lobbies dentro de la ideología-industria de género. Pero es que ahora le ha salido el mismo lado resentido de su antecesor y prepara, como ya se sabe, una proposición de ley para la reforma de la memoria histórica, que será debatida dentro de unos meses en el Congreso, y que en su desarrollo es por si misma una auténtica dictadura pues recoge penas de hasta cuatro años de cárcel y quince de inhabilitación para cargos públicos, además de grades sanciones económicas, a quienes incumplan tales cambios en la ley en caso de ser aprobada, que lo será, sin duda. Incluso quieren tipificar como delito en el Código Penal la publicación que pueda promover o incitar directa o indirectamente el fomento del odio, la hostilidad o la discriminación contra las víctimas del franquismo. O sea, que punto en boca todo el mundo, un régimen de censura, especialmente para los medios. También se montaría un órgano denominado Comisión de la Verdad. ¿De qué verdad? De la suya, claro. Y aunque la norma no se haya aprobado todavía, el PSOE, uniéndose a Podemos y a IU ya ha protestado en el Parlamento Europeo pidiendo que la juez Elosegui, recientemente nombrada en representación de España, se retracte de sus antiguos escritos que tildan de homófobos. La juez se refería a la homosexualidad como causa de diferentes patologías, algo que luego Elosegui ha rectificado en parte, pero asegurando que no va a dimitir.

A la drástica reforma de esa ley que solo ha servido para reabrir viejas heridas se une otra reforma, la propuesta por Podemos respecto a la ley de género en todas sus vertientes. Otra norma que ha sido calificada de dictatorial por los obispos de España y que impone la censura y la sanción para todos aquellos que discrepen de sus ideas. Inconstitucional, teniendo en cuenta que ambos proyectos no respetan la libertad de expresión. Nuevas dictaduras amenazantes en el horizonte, mientras no haya una derecha fuerte que quiera y sepa poner las cosas en su sitio. Lo peor es que la situación parece derivar de forma decidida a una entente PSOE-Podemos que contando con el apoyo de los partidos separatistas, a los que nadie se atreve a ilegalizar, acaben haciéndose con las riendas de España.