Parece que ha llegado la hora de los suplentes en Cataluña. Se mueve el banquillo político en aquella región debido a que sus principales exdirigentes están encausados por muy graves delitos, unos en la cárcel, y otros huidos a Bélgica. Para constituir el Parlament hubo que echar mano de este recurso que puede ser una solución a los tantos problemas internos de los independentistas, una vez que la anterior presidenta, Carmen Forcadell, procesada y en libertad condicional tras acatar el artículo 155 y la Constitución renunciara a optar de nuevo por su partido, Ezquerra Republica, a repetir en el puesto. Ella misma señaló que lo mejor era situar a quienes estuviesen libros de imputaciones con la justicia.

Y así un tal diputado Torrent ha pasado a presidir la institución catalana, sin pena ni gloria, pero del que hay esperar más sensatez, al menos, que de sus compañeros ex mandatarios. Como su discurso fue cauto, medido, sin mención alguna a la supuesta república que los separatistas intentaron implantar ilegalmente, el Gobierno se ha mostrado un tanto optimista respecto al futuro. Habrá que verlo, porque en el fondo, por mucho que guarden las formas, y lo hacen por miedo no por respeto ni acatamiento, lo que se teme es que, por unos u otros caminos, los separatistas no renuncian a sus fanáticos objetivos. Y de entrada ver que ocurre con el fugado Puigdemont, que sigue mandando mensajes de Bruselas.

Como las cosas están como están entre ellos, mal, desde el Parlament ya se ha dejado caer que no puede haber una investidura telemática del presidente de la Generalitat como sigue pretendiendo el expresidente prófugo, decidido a seguir en la cumbre y a mantener el desafío. Ezquerra le cierra la posibilidad, legalmente imposible por lo demás, y como a finales de mes habrán de tener candidato a la investidura, en JuntsXCat, la coalición de Puigdemont, se empiezan a citar nombres de suplentes para el cargo, aunque se tratase de figuras de paja que siguiesen los dictados de su líder desde Bélgica. Se habla de lo ex consejeros y hombres fuertes Rull y Turull. Empeño vano mientras el expresident continúe emperrado en su postura absurda, que tanto Ezquerra como la CUP rechazan aparentemente.

Se especula entonces y mucho estos últimos días, con que Puigdemont o su fantasma, que eso es lo que es, un fantasma, el fantasma de Bruselas, oscuro periodista de partido, llegado a la cima política por conveniencias ajenas, aparezca el mismo día de la investidura y sea proclamado aunque a continuación sea detenido y encarcelado. Sería un gran golpe de efecto que le dotaría de un cierto carisma, que el pobre hombre no tiene, al convertirle en víctima y símbolo. Los caminos están y van a estar muy vigilados, por si acaso, y el Parlament estará cercado ese día por las fuerzas del orden que procederían a su arresto en cuanto apareciese. Sería la culminación del fracaso de los planes de Rajoy. Es la alternativa que le queda a Puigdemont, o bien dejar que gobierne un tapado de la coalición, de su partido, por supuesto, que será seguramente lo mas probable. Pero no se puede olvidar tampoco el gusto del fugado por las soluciones rocambolescas como ya demostró con su huida secreta a Bruselas.