Un año más, la Cabalgaza ha vuelto a dejarnos sin palabras. Fastuosa, espectacular, maravillosa, extraordinaria, soberbia. Se queda una sin calificativos. Cuando las cosas se trabajan a conciencia, el resultado, salvo imponderables, siempre es bueno. Y se ve que en la entrada triunfal de Papá Noel en Zamora se trabaja a fondo. Es un derroche de fantasía, de luz, de espectáculo e incluso de magia que nos acerca más a Nueva York que a Zamora.

Ya hemos visto de qué es capaz la iniciativa privada. Bienvenida sea. Salvo que decaiga por aburrimiento a la Cabalgaza no la tose ya nadie. Empiezo por confesar que yo soy más de la Cabalgata de Reyes. Entiendo que es la oficial en Zamora. Para mí, donde estén Melchor, Gaspar y Baltasar, que se quite ese personaje rechoncho, bondadoso y simpático que es Papá Noel. Lo que me ha hecho pensar en más de una ocasión en por qué no se han aunado esfuerzos y concentrarlo todo, dinero, gusto, trabajo, en una sola. También entiendo el anhelo de Gaza, que conste. Y felicito a sus responsables que han sabido llevar el nombre de la empresa, no sólo en los brik de sus afamadas leches, también y como embajadores en esta Cabalgaza que recorre las capitales de otras provincias limítrofes.

A la Cabalgata oficial se lo han puesto muy difícil. Sobre todo porque el señor Guarido nos ha dado una lección inapropiada de una austeridad mal entendida. No es lo mismo estar en la oposición que gobernar. Y lo que ha hecho esta Navidad en Zamora le va a pasar factura. Entre otras cosas porque somos el hazmerreír de España. Me han enviado chistes desde todas las latitudes posibles. Allí donde hay un zamorano que se ríe a mandíbula batiente por el esperpento lumínico de este año. El señor Guarido no tiene que ahorrar, tiene que gastar, tiene que endeudarse, tiene que gestionar correctamente los dineros públicos y satisfacer a los ciudadanos que son sus gobernados, que son los que protestan o agradecen, los que premian o castigan, los que demandan. Lo de las luces de esta Navidad traerá cola.

No sé qué pasará la noche del 5 de enero. Sólo pido que La Cabalgata oficial no sea una birria, que la comitiva vaya bien ensayada y no cada uno por su lado y como ausentes y que haya esa magia especial que contagia al espectador. El principal: el niño, los niños y las niñas de Zamora que se merecen el esfuerzo del Ayuntamiento por hacer, por fin, algo relacionado con la Navidad que destaque y no que todos los años se queda corto. Se ve que eso del "espíritu de la Navidad" no encaja con los mandatarios actuales. Alguno, digo yo, tendrá hijos pequeños o sobrinos o primos. Si quiera que por ellos, por favor.

Papá Noel en su entrada en Zamora, logró aglutinar en las calles a más gente que la cabalgata oficial, por ejemplo del pasado año. Zamora tiene artistas grandes que tienen que hacer grande lo que la desidia o la indiferencia intentan empequeñecer. 350 figurantes, luz, color, fantasía, belleza y, repito, magia, han sido los ingredientes que han traído de calle a los zamoranos que disfrutamos y aplaudimos esta iniciativa. Lo privado y lo público pueden ser compatibles. Pero hay que apoquinar y trabajar a conciencia.