Un dioptrio es aquello que nos explicaban en el instituto, que consistía en una superficie que separaba dos medios con distintos índices de refracción, de manera que hacía que los rayos de la luz que incidieran en él variaban su trayectoria para terminar convirtiéndose en determinado tipo de imagen. Es éste un concepto que ayuda a explicar los principios básicos de la óptica. Una de sus variedades es el dioptrio esférico, que tiene una o las dos superficies de forma esférica, de manera que una misma imagen puede verse de mayor o menor tamaño, incluso puede ser real o virtual, o no llegar a verse, en función de sus características.

Eso del dioptrio esférico no se le puede haber olvidado a nadie que lo haya estudiado alguna vez, aunque su vida profesional haya transcurrido por caminos diferentes a los de la óptica, ya que a su ampuloso nombre se le une el de una sonoridad, un tanto cachonda.

Lo de cambiar el tamaño de las cosas, como puede hacerlo el dioptrio, para adaptarse a los intereses de cada uno, es algo consustancial con el género humano, y por tanto nadie está libre de haberlo usado alguna vez, aunque solo haya sido en sentido figurado, como por ejemplo para tratar de rebajar los propios defectos o de aumentar las propias virtudes, en base a conseguir un puesto de trabajo, por poner por caso. En aquellos momentos, aunque no hayamos sido conscientes de ello, estábamos haciendo pasar - metafóricamente hablando - un rayo de luz por un dioptrio esférico, de superficie cóncava o convexa, según nos convenía, para que el entrevistador nos viera de otra manera.

Y es que la vida real es así. Lo vemos todos los días en los medios de comunicación, en los que se dan a conocer noticias que, después de haber pasado por el dioptrio esférico de la redacción, del dioptrio esférico de la línea editorial del medio y del dioptrio esférico de los intereses del consejo de administración de la empresa, llegan a nosotros como un rayo de luz algo desviado. Así que, según los casos, y los momentos, el devenir de los acontecimientos siempre habrá sido toqueteado para que tenga mayor o menor repercusión, o para hacer protagonistas a quienes merecían solo tener un papel secundario.

Hoy, mismamente, aparecía en un diario digital la alineación de un hipotético equipo de futbol, integrado por once futbolistas de la liga española, cuyo factor común era el de haber tenido problemas con Hacienda: ¡vamos! de haber defraudado al fisco - eso sí, presuntamente - unas importantes sumas de dinero. En dicha alineación, aparecían ocho personajes del Real Madrid (Los jugadores Casillas, Coentrao, Marcelo, Xabi Alonso, Di María, Ozil y Ronaldo, además del entrenador Mourinho) y otros cuatro del F.C. Barcelona (Mascherano, Messi, Adriano y Neymar). Pues bien, merced al uso del dioptrio esférico informativo, todos hemos podido ver a lo largo de los últimos meses, la enorme repercusión mediática de los casos de tres de los cuatro jugadores del F.C.Barcelona, pero apenas si nos hemos llegado a enterar de los ocho del Real Madrid, si exceptuamos el caso de Ronaldo.

Continuando con el tema, las cantidades, presuntamente defraudadas por estos deportistas eran -según el estudio del mismo medio- 5,6 millones de euros por parte de los jugadores del F.C.Barcelona y 26,29 millones por parte de los del Real Madrid. Es decir, que, si se midiera la noticia por el tamaño de lo defraudado o presuntamente defraudado, se tendrían que haber invertido los términos relativos a la difusión, ya que las cantidades, correspondientes al Real Madrid eran cinco veces superiores a las del F.C.Barcelona. De manera que es otro claro ejemplo de cómo se dan a conocer las noticias en función del interés de cada cual o cada cuala, aunque bien es cierto, que lo importante es llegar a saber que quienes más dinero ingresan, en este país, se están dedicando a engañar a Hacienda y, por tanto, a todos nosotros, a pesar de que muchos les aplaudamos o les admiremos, cada dos por tres, en la televisión o en los campos de fútbol.

De manera que, visto lo visto, más de uno podría estar planteándose introducirse en el mundo de la óptica, para hacerse con un dioptrio esférico a su medida, con el que corregir, en sentido contrario, el sentido de las noticias, y conseguir verlas de manera distinta, más próximas a lo que uno se las imagina. Pero claro, como solo nos imaginamos las cosas en función de lo que más nos interesa o conviene, pues elegir el dioptrio adecuado, para que lo que vemos u oímos se aproxime a la objetividad, no es tarea fácil, sino más bien una misión imposible.