Además de un género literario creado por don Ramón del Valle-Inclán, dramaturgo y novelista de la generación del 98, el esperpento es un hecho grotesco y desatinado. Vamos, lo que en su día a día parlamentario y político hace Gabriel Rufián Romero. Este charnego que no tiene ni un solo apellido catalán es hijo y nieto, y a mucha honra, de trabajadores de la Bobadilla, municipio de Alcaudete en la provincia de Jaén y del granadino Turón. Vamos, que lleva sangre andaluza por partida doble corriendo por sus venas. Pero como hete aquí que se crio entre un barrio de Santa Coloma de Gramanet y Badalona, eso sí, en una familia de izquierdas, a mucha honra, el chico no ha encontrado mejor camino que hacerse independentista. No ha encontrado mejor camino que renunciar a sus orígenes y poner sus sucias manos en el motor de la independencia de Cataluña que, en realidad, no quieren todos los catalanes.

Esta gente que no se siente española y viene a calentar escaño al Congreso de los Diputados, templo en el que reside la soberanía de los ciudadanos españoles, me da qué pensar. Si tanto odian a España y a los españoles ¿qué hacen usurpando el escaño de políticos españoles? Se deberían de hacer mirar la falta de coherencia que tienen. Estos que apelan por los derechos de los trabajadores y en situaciones de conflicto se van a hacer la foto dándoles una palmadita en la espalda, se permitieron el lujo, hablo de los diputados de ERC, de abandonar su puesto de trabajo, que es ese, y por el que cobran una pasta gansa, después de insultar al presidente del Gobierno y decir las falsedades y mentiras con las que suelen argumentar su falta de argumentos.

Rufián, que lo es por condición, tiene un verbo faltón y desagradable. Lo suyo es el "show bussiness". Tras su apariencia de gótico se esconde un mentiroso patológico. Su actuación del martes en el Congreso dio más pena que otra cosa. Si estos son los que van a gobernar Cataluña, pobrecitos catalanes, para ellos tienen y no acaban. O están con esta gente o están contra ellos porque los de ERC, Podem and company no admiten otra cosa que el pensamiento único. Cierto que Rufián viene a hacer al Parlamento español lo que en el catalán impiden hacer y decir a la oposición, a los que no piensan como toda esta caterva de gente que está perpetrando un golpe de Estado que no van a materializar.

Y, mucho cuidado con el resto de esperpentos, que quieren movilizar la calle. La calle tiene sus peligros. Se saca bien a la gente que no tiene otro pito que tocar, meterla después en casa cuesta un trabajo ímprobo. Quieren desestabilizar España y encuentran la ayuda de Pablo Iglesias y sus huestes que se mueven con celeridad por las redes sociales, consiguiendo contestaciones que les vie (nen al pelo. Son la risión, pero hacen su trabajo, el que se han propuesto, para llevar a España a una situación igual o parecida a la de Venezuela, Irán o Cuba. Esta gente pasa de derechos y libertades. Les importa un bledo si España se va a tomar por el saco. Conseguir que se desmorone es su misión y a río revuelto, ganancia de pescadores.