Porque si te niegas a dejar ir a mi pueblo, mañana traeré langosta a tu territorio y cubrirán la superficie de la tierra". Así ocurrió la plaga bíblica descrita en El Éxodo 10 de la Biblia. La octava plaga de Egipto fueron las langostas. La nube cubrió el cielo, arrojó sombras sobre Egipto y consumió los cultivos, acabando con todos los árboles y las plantas.

En las Memorias Históricas de la Ciudad de Zamora, de don Cesáreo Fernández Duro, se cuenta que la plaga de langosta, que se repetía por periodos, apareció en el año de 1874, y según parte oficial del gobernador, los trabajadores, que se reunieron en el Monte Concejo, abrieron zanjas y enterraron más de mil novecientas arrobas del insecto, sin que se notara disminución de sus manchas.

El 14 de mayo de 1875 el Gobernador Civil de Zamora hacía público que, tratándose de un asunto de tanta importancia y que tanto afecta a gran parte de la riqueza agraria del país, cuantos esfuerzos y sacrificios han venido haciendo los labradores, los municipios y las diputaciones provinciales para combatir la plaga se han estrellado ante la prodigiosa multiplicación de ese insecto destructor de nuestras cosechas, y a la vista de tan grave estado, aún en medio de la penuria del Tesoro y de atenciones de urgente perentoriedad, S.M. el Rey, oído el Consejo Superior de Agricultura y Comercio, y de conformidad con su propuesta, tuvo a bien acordar que se procurase la persecución del insecto en su estado de mosquito, mosca o saltón, antes de que tome vuelo y produzca sus devastadoras consecuencias, extendiéndose a otras provincias.

Indicaba que, conocidas que fueran las manchas de los insectos en los quince primero días de su nacimiento, que es cuando se hallan agrupadas en grandes tortas, deberían dirigirse en primer lugar hacia ellas, y después seguir diferentes normas para el exterminio de la plaga.

Verdaderamente, la constante convivencia del campesino con diferentes riesgos que pueden dar al traste con su trabajo y provocar la ruina en su economía familiar es una realidad milenaria. La meteorología, caprichosa e inclemente en demasiadas ocasiones, constituye uno de los más serios condicionantes de las cosechas. Una sequía persistente, una helada fuera de temporada, las tormentas veraniegas y las precipitaciones de alta intensidad constituyen riesgos de origen climático o meteorológico,. pero si a ello se añaden las plagas, como es el caso de la langosta, los campesinos siempre están en constante preocupación y zozobra.