Los padres y el propio Estado invierten en formar a nuestros jóvenes y, llegada la hora de la verdad, con todo el bagaje cultural y profesional adquirido se ven obligados a coger carretera y manta y buscar nuevos horizontes en otros países del orbe comunitario. Tener en el curriculum una brillante carrera, dos o tres másters y uno o dos idiomas ya no es nada del otro mundo. La precariedad del empleo juvenil en España y por ende en Zamora, ciudad y provincia donde se les echa directamente y sin contemplaciones, es tal que buena parte de la generación JASP forma parte de las interminables listas del paro, trabaja como repartidor de pizzas o como camarero.

En los últimos años la crisis ha ensombrecido las oportunidades y enviado al paro a casi 540.000 jóvenes de entre 16 y 29 años, casi un tercio del total. Con la particularidad de que una quinta parte de los parados de entre 20 y 29 años tiene estudios universitarios, idiomas, y másteres para dar y tomar, sólo que de nada les sirven, salvo que decidan emigrar y salir al encuentro del futuro, allende los Pirineos o allende los mares. Por lo tanto el tan manido tópico de que los jóvenes no se van de casa de papá y mamá porque no quieren no se cumple en muchos casos. La crisis ha afectado sobremanera al derecho de emancipación de los jóvenes. Y a pesar de las buenas noticias económicas que nos hacen tragar tengo para mí que la cosa sigue sin estar para lanzar cohetes.

Países como Alemania ofrecen más oportunidades. Los sueldos en algunos casos no son muy allá, pero es cierto que ofrecen unas ventajas que en España ni de coña. Y la coña es extensiva incluso a épocas de bonanza. La oferta laboral deja mucho que desear, no se valora todo lo valorable que aportan multitud de jóvenes y se hace menester convertirse en emigrante. Por muy bien "colocados" que se vayan a Singapur, Canadá o Alemania, emigrantes son. Lo único que a diferencia de aquellos de los sesenta, nuestros chicos y chicas pueden competir con los mejores cerebritos de los países de destino.

Por si todavía alguien lo pone en duda o no se lo cree o piensa que se trata de un invento, España es el país de la Unión Europea con la tasa de paro juvenil más elevada. Y así llevamos desde no me acuerdo cuándo. Así les pinta a los pobres míos, ¡en bastos! Desde el último trimestre de 2008, ¡ya ha llovido y vuelto a escampar!, las posibilidades de que una persona joven encuentre empleo se han reducido, mientras que la probabilidad de que queden en paro se ha duplicado. El mercado de trabajo parece cerrado para ellos. Porque no se puede hablar de dignidad en trabajos donde están sobreexplotados, donde ni sus derechos se respetan porque sólo parecen tener deberes para con la empresa de que se trate. Se libran los afectos a la política que a través de una sigla determinada acaban encontrando colocación, a veces para toda la vida. No tienen más que subirse al carro y esperar a ser elegidos.

No se puede ser eternamente repartidor de pizzas, becario o camarero de noche, con todos los respetos para unos y otros. Si el casado casa quiere, el joven JASP quiere tener un puesto de trabajo donde se reconozca su valía y se le trate con dignidad. De momento y lamentablemente, en España y sobre todo en Zamora sólo les queda emigrar.