No deja de ser una ironía que después de haber corrido tantos peligros en las pistas de competición, el zamorano Ángel Nieto, el pequeño gigante del motociclismo mundial, haya sido la víctima mortal de un accidente estúpido cuando disfrutaba de sus vacaciones. Se ha ido con 70 estupendo años cumplidos y un palmarés que le hizo entrar en la leyenda en la que ya permanece. Carismático y temperamental, tremendamente supersticioso, no se le podía hablar del número maldito. Sufría un irracional y desproporcionado miedo al número 13. En su presencia, ni mentarlo. Precisamente esa superstición lo llevó a referirse a la cifra de sus títulos como 12 + 1. Cayó bien entre la gente y entre la prensa y se convirtió en una expresión frecuente.

Nacido en Zamora en el año 1947, cuando contaba un año de edad su familia se trasladó al populoso barrio de Vallecas. Ángel siempre se sintió zamorano, se diga lo que se diga. Lógicamente, Vallecas, el enclave urbano de su infancia y juventud, se asoció para siempre a la imagen y la personalidad del hombre y cómo no a la aureola del piloto, del que fuera 23 años campeón de España. Pero Ángel nunca renunció a sus raíces.

Que nadie albergue duda alguna sobre el zamoranismo de Ángel. Tuve oportunidad de preguntárselo en su viaje de reconciliación con los aficionados zamoranos, a invitación del Club del periódico. Encuentro que se produjo el 28 de marzo del año 2006. Ángel Nieto se sentía vallecano, sí, pero también zamorano. "De aquí eran mis padres y eso marca", me dijo. Tras largas conversaciones telefónicas, acordamos el título de aquella intervención en el foro del periódico: "El hombre que corrió tras un sueño". Un sueño que hizo realidad no una, sino mucha veces.

Con posterioridad volví a contar con él y con Belinda, su mujer, en el concierto de Montserrat Caballé, como uno de los invitados de excepción que arroparon el momento y llenaron de brillo el acto. Todavía recuerdo aquella comida multitudinaria en la Bodega de Manolo Fariña, donde Ángel, buena gente donde las haya, demostró que siendo todo un campeón mundial, más que estrella, más que leyenda, más que icono, era un ser humano excepcional, sencillo, amable, campechano y buen conversador.

A Nieto, le cabe el honor de haber escrito una de las más hermosas y edificantes epopeyas deportivas de todos los tiempos, convertido en referente en el mundo del motociclismo, el verdadero pionero, quien hizo de su pasión por las motos un arte y nos llevó de calle por los circuitos de España y del mundo, cuando el motociclismo era de "artesanía". Ángel no fue, Ángel es el hombre, el deportista cuya trayectoria vital y deportiva se puede enmarcar plenamente en la épica del tiempo que le tocó vivir. Ángel Nieto, el hombre que corrió tras un sueño y lo alcanzo y lo disfrutó y lo vivió hasta sus últimas consecuencias desde el riesgo y lo compartió con toda la afición, con todos los españoles, dejando sentadas las bases de lo que hoy es el motociclismo en España. Descansa en paz.