Yo soy un moro judío / Que vive con los cristianos / No sé que Dios es el mío / Ni cuáles son mis hermanos". Este es el estribillo de una canción compuesta por Jorge Drexler. Se trata de una cuarteta del poeta y cantautor Chicho Sánchez Ferlosio, que el músico y compositor uruguayo le "robó" para componer la "Milonga del moro judío".

Con ella comencé la ponencia "Contextos de la interculturalidad". Preparé esta intervención invitado por la Fundación Cives, para un curso a celebrar en Sanlúcar de Barrameda a principios de Julio. Estaba cofinanciado por el programa Erasmus+ de la Unión Europea. Quise también ser un alumno más y disfrutar de todas las actividades programadas bajo el título: "Educar en clave de interculturalidad". Me interesó todo lo tratado y me sorprendieron las coordinadoras del encuentro, Sonia Ortega y Laura Cantillo, por su capacidad para acercarnos con juegos, retos y otras dinámicas, a la constante presencia en nuestras vidas del fenómeno intercultural. Fueron tan divertidas e instructivas que me pasé la semana pensando: eso lo llevaré a las clases de Valores Éticos, esto para los planes de acción tutorial yaquello me servirá para tratar los Derechos Humanos.

Quería hablarles de esta forma de relación humana que es la interculturalidad, no solo por el curso mencionado y el provecho innegable que surtió en todas las personas que lo vivimos, sino por su relevancia para la humanidad. Lo vemos en la excelente película de J. J. Annaud "En busca del fuego", cuando los primates protagonistas deben asumir las costumbres de otra tribu más "culta". Lo encontramos en Toledo, donde podía vivir el moro judío del título, el de las tres culturas del período de ocupación árabe, etapa de tolerancia y convivencia pacífica en la que destacó la Escuela de Traductores de Toledo. Hay que recordar que los árabes fueron los principales transmisores de la filosofía griega y del saber romano al resto de Europa. El conocimiento fluye cuando se tolera a los diferentes y se respeta su cultura. Entonces los pueblos avanzan y mejora la vida de todas las personas. Los dogmatismos traen consigo más ignorancia, fanatismo y embrutecimiento.

Las dos guerras mundiales de la primera mitad del siglo XX nos dejaron en una terrible postración. Por eso la Declaración Universal de los Derochos Humanos recogía las libertades y los derechos básicos sobre los que construir un futuro para la humanidad a salvo de abusos y discriminaciones. Un documento intercultural, sin duda alguna, como dejan muy claro los dos primeros artículos. Las personas deben sertratadas por igual, no importa su raza, sexo, idioma, religión, etc. o el lugar de donde procedan, sea de un país independiente o cualquier otro territorio. Este último aspecto es crucial hoy en día. Puedes ser retenido si procedes de África, Siria, Irak, México? En fin, estamos olvidando las sangrientas lecciones del siglo pasado y la Declaración Universal parece fuera de la realidad, una utopía referida a otro mundo. Quizás hoy atraen más las distopías, esos escenarios dantescos de grandes hermanos y clónicos humanoides de los realities y las series.

Me resisto a la derrota de un mundo intercultural, ya veo y leo muchas necrológicas del mismo, pero creo que sobran evidencias paraluchar por ese mejor mundo, están en la historia y están en el día a día de todos nosotros. ¿De dónde vienen los miedos a los otros? ¿por qué aceptamos que sólo las cercas, los muros y los mares nos van a salvar de los malos o de los terroristas? ¿En qué locura estamos? Me parece imprescindible llevar a las escuelas los valores de la interculturalidad, suponen la interacción y el diálogo, la promociónde un tipo de relación entre personas y grupos que parte del reconocimiento mutuo como ciudadanos de pleno derecho y de la aceptación de unos procedimientos pacíficos y democráticos para regularla, como dice Xavier Besalú, profesor de la Universidad de Girona. Esto supone ir más allá de la constatación de que en un país se dan culturas diferenciadas y que por tanto es multicultural. Que exista Molenbeek, el barrio de Bruselas convertido en un gueto musulmán, revela que Europa está fracasando en la integración plena de otras culturas. Ocurre otro tanto de lo mismo en la "Banlieu", los barrios marginales de París. Desde las doctrinas del neoliberalismo dominante, se asume que habrá personas con otras formas de vida, de tradiciones o costumbres y que los necesitamos como mano de obra, pero nada más. Son culturas aparcadas, segregadas en sus barrios, mezquitas o tradiciones yno se hace nada más. De ahí vienen los problemas y se van a incrementar. Sólo atisbo a ver alguna salida si llevamos a los programas educativos los valores de la interculturalidad. Tenemos que comenzar a entrenar ya y una forma de hacerlo nos la mostró el profesor de la Universidad de Jaén, Francisco Luis Rodríguez, cuando nos invitó en su ponencia a "compartir las miradas", a ponernos las gafas con que los otros miran el mundo.

Termino con otros versos de la canción mencionada que les invito a escuchar. Está en YouTube: "Perdonen que no me aliste / bajo ninguna bandera / Vale más cualquier quimera / Que un trozo de tela triste".