Ya es hora de que el señor alcalde de nuestra ciudad se preocupe de resolver el abandono del primer recinto de la ciudad. Ese primer recinto que constituye el primer y principal motivo de ese romancero famoso y de sus varios siglos que marcaron la línea de separación del mundo cristiano y el mundo árabe. El abandono de los paseos de ronda exteriores y los adarves han constituido siempre un motivo de lucha y de desprecio por parte de la ciudad y de la ciudadanía, como demuestra la cantidad de edificaciones que han abusado de ellos. Por lo tanto gracias, porque por primera vez hay un alcalde que se preocupa seria y sensatamente de devolver a la ciudad la primera de sus señas de identidad: el primer recinto amurallado. Señor alcalde, cuide esas piedras, limpie esos paseos de ronda, devuelva los miradores de la ciudad hacia el río apropiados de la manera más indebida y recupere cubos, puertas derribadas, calles y callejones, como el de los perros o la calle de las Velerías apropiados indebidamente por ciudadanos sin escrúpulos a lo largo de muchas décadas sin que la casa consistorial haya respondido nunca a tales atropellos.

Saltamos al río y esos dos grandes monumentos que usted cita, silenciosas las aceñas de Cabañales y de Olivares.

Le sugiero que devuelva a esas célebres aceñas, que durante siglos constituyeron la base fundamental de todo el alfoz zamorano, sus señas de identidad. Esas dos grandes ruedas que movían todo el complejo molinero, hoy por hoy, con las nuevas tecnologías no sería complicado devolver a la ciudad, con la generosidad que siempre demostró el Duero, millones de kilovatios hora que reducirían a cero, sin ninguna duda, el gasto del alumbrado público, por ejemplo.

¿Cuántos miles de millones de kilovatios sonríen, se pierden, mientras esos monumentos se mueren de abandono y desidia? Bien entendido, señor alcalde, que esta propuesta se hizo hace más de 40 años y sólo una sonrisa fue la respuesta. Usted tiene la última palabra señor alcalde enhorabuena y adelante. Mi más cordial enhorabuena.