Me indigna el atropello cometido contra la fachada de la sede de Nuestra Madre. Del hogar de la cofradía que preside Isabel García, y de los cientos de paredes de inmuebles, monumentos, edificios, comercios y toda aquella propiedad susceptible de contar con una hermosa pared donde los pintamonas estos de los cataplines dejen su huella indeleble sin que nunca haya una mano con la autoridad suficiente como para detenerlos.

Zamora está de pena. Embadurnada como nunca. Pintarrajeada como una meretriz vieja. Le están faltando constantemente al respeto y nadie hace nada por evitarlo. Sobre todo la autoridad que debe ser rigurosa al respecto. Eso también es gobernar y hacerlo limpiamente y nunca mejor dicho. Menos batiburrillos de pleno o de despacho y más pasearse por esta ciudad echada a perder por culpa de unos y de otros. Porque los ciudadanos también tenemos nuestra responsabilidad. No hay que mirar para otro lado cuando se ve a quienes bien se conoce, bote de pintura en mano, dispuesto a estampar su sello en la pared que toque.

Paredes hay donde no cabe ni un punto y aparte. En muchos de los casos se ve la mala intención, la mala leche del dueño del spray. El arte no puede ser cómplice de esas mamarrachadas, de esa especie de firmas que provocan ardor de estómago. Porque, una cosa es el grafiti y otra bien distinta lo que por ejemplo han hecho en la fachada del hogar de Nuestra Madre. Ya hay que tener mala baba. Cualquier día, que nadie lo ponga en duda, aparecerán de guisa igual o parecida, o embadurnados de rosa o de verde fosforito, monumentos relevantes de la Zamora urbana.

A la figura de bronce del cronista de la ciudad, mi querido profesor Herminio Ramos, ya le quitaron en cierta ocasión las gafas. Cualquier día arrancan la escultura del suelo que holla con su paso, en esos tramos que durante tantos años le han visto ir y venir impartiendo cordialidad, sabiduría y naturalidad. Por no respetar ya ni se respeta lo más respetado para los zamoranos: la Semana Santa. Acabarán por darle color o dejar su firma en cualquiera de las piezas de imaginería de las que tan orgullosas se muestran las cofradía y con ellas todos los zamoranos.

Yo también quiero que aparezcan los culpables y que se les castigue conforme manda la ley, la norma o el reglamento. No puede quedar impune tanto atropello. Con el enorme y gratificante calor de madre que alberga la sede de la cofradía y no ha podido ablandar el corazón de esos desfachatados a los que se está en la obligación de localizar. Como sigamos así, al final de la legislatura no sé si conoceremos en su estado normal algún edificio de Zamora. Esto no pinta bien.

Me parece estupendo que no nos suban los impuestos, que nos los suben, que "desfagan" entuertos económicos, que le den un impulso grande a los servicios sociales y a la educación y la cultura de la que tan necesitados están precisamente los pintamonas. Pero que, también, paren los pies, impidan, eviten, frenen de alguna manera la tendencia "pintarrajeadora" de esa gentuza que no merece ni siquiera llamarse y ser considerada zamorana.