Eso, la prisa sin pausa de algunos conductores, es decir, la velocidad excesiva, es la que está detrás de las multas impuestas por la Dirección General de Tráfico que ha convertido a Zamora en la cuarta provincia con un mayor volumen de sanciones, en términos económicos, de Castilla y León. Sí señor, si se aprieta de más el acelerador y no se respeta la velocidad señalada en carretera que se multe al infractor. Pero que también se tenga en cuenta que no es la velocidad el único factor de riesgo en cuanto a los accidentes de tráfico se refiere. Hay otros muchos factores de los que poco se habla.

En carretera y en ciudad hay un hábito que conlleva muchos riesgos: conducir mientras se habla por el móvil. Y eso distrae cosa fina. Sin embargo la excesiva velocidad es la única cabeza de turco que esgrime la DGT para argumentar la cuantiosa recaudación obtenida en el último año: más de cinco millones de euros. Se me ocurre que algo no debe estar funcionando correctamente cuando tan importante sacudida económica está motivada únicamente por el exceso de velocidad.

La ciudad no es ajena a esa manía consuetudinaria a la mayoría de conductores que consiste en pisar más de la cuenta el acelerador. Ahí sí que le pediría, por favor, a la Policía Municipal que se mantenga atenta. Algunos conductores cogen el semáforo abierto a velocidad de vértigo, como si les fuera la vida en ello, total para detenerse cincuenta metros más allá porque el siguiente disco les aguarda en rojo. No sé cómo no se arman más zarracinas en los pasos de peatones.

Es verdad que, a veces, son los peatones quienes incumplen, quienes, presos de un exceso de confianza, cometen el error. Pero son los menos. Ya nada le digo de los coches que llevan incorporada discoteca y el "conductor-dj", pone el ruido, que no música que le acompaña, sobrado de decibelios. Además de ensordecer, eso tiene que distraerles y conducirles al accidente. Algunos van en plan "karaoke" y digo yo que "si cantas, no conduzcas". Por muy Hamilton que sea uno, no creo que el magín dé para todo. Para prestar la debida atención, atender los mandos del bólido y a la vez cantar sin perder el compás.

Se juegan la vida. La propia y la de los demás, pero nadie dice y hace nada en contra de estos conductores-canoros que, además, tienen ojos detrás de las gafas de sol que, en lugar de ponerlos en el asfalto, los ponen sobre las pechuguitas y culitos respingones más visibles durante la canícula y por lo tanto peligrosos para estos conductores mirones. A ver si también se le presta la debida atención a la conducción en el medio urbano, ya que deja bastante que desear, sin por ello querer generalizar. Hay gente estupenda y cuidadosa al volante.

Da no sé qué saber que Zamora es una de las provincias de Castilla y León que peor paradas salen en materia de infracciones de tráfico. Ya sabemos que la velocidad está muy perseguida. ¿Tanto como conducir bajo el efecto de las drogas, el alcohol o el también alienante móvil? Me gustaría saberlo.