La convocatoria de nuevas elecciones generales parece haber insuflado a los partidos y sobre todo a sus fracasados candidatos nuevos aires de optimismo de cara a lo que pueda pasar el próximo 26 de junio, aunque la impresión generalizada es que pasará lo mismo que el 20-D y que la situación seguirá igual que antes, sobre poco más o menos. Tanto se nota ese optimismo, patente en las declaraciones de sus líderes, que es fácil detectar que en realidad se trata de un falso, pero que muy falso optimismo, porque ninguno de ellos las tiene todas consigo después de lo ocurrido.

El mayor optimismo se nota precisamente en quienes antes formaron la pinza de bloqueo contra PSOE y Ciudadanos, o sea PP y Podemos. En el PP dan por supuesto, o casi, que con la ayuda de los de Rivera van a acercarse tanto a la mayoría absoluta que nadie podrá ya impedir que Rajoy siga al frente del Gobierno. Entienden que la derecha no votará a Ciudadanos tras su pacto con el PSOE, pero parece que no tienen en cuenta que los votos que el PP gane serán votos restados a los centristas, y que las cuentas, por tanto, poco o nada van a variar. Tampoco quieren pensar en el veto vigente de que Albert Rivera no tenderá la mano a Rajoy lo que obligaría a su sustitución para que el PP continuase gobernando. Claro que Ciudadanos pasará por el aro, seguramente, con tal de tocar poder.

Los otros optimistas, más todavía que los del PP, aunque con menos razonamientos objetivos, son Podemos y sus franquicias, entre las cuales se va a encontrar finalmente IU, que tampoco es que aporte mucho, dado el rancio y fracasado comunismo que airea y le sirve de bandera, pero que se puede hacer notar en cuanto al reparto de escaños, dada la injusta ley electoral existente. Su supuesto optimismo es tal que a lo que aspira es ya no solo a situarse por encima del PSOE, lo que no es tan difícil ni mucho menos, sino a disputar al PP lo de ser el partido más votado, sumando todas las izquierdas, PSOE incluido, y con ello poder optar a la investidura como presidente del Ejecutivo. Tanto es así que ha llegado a decir, medio en serio medio en broma, que así sucede está dispuesto a ofrecer a Pedro Sánchez la vicepresidencia del Gobierno en una muestra de generosidad y sinceridad.

Ya con menos fuerza, por la seguridad casi absoluta de pasar a ser el exclusivo báculo de la derecha y la llave de la gobernación, Ciudadanos atempera su optimismo, aunque a Rivera se le note a gusto tras romper con el PSOE, lo que vuelve a dejarle en libertad de acción para llegar a algún pacto con el PP, que sigue pareciendo su aliado natural pese al escollo que supone Rajoy y pese al anterior acuerdo con los socialistas de Sánchez. Además, tampoco olvida las positivas encuestas anteriores y luego la realidad de los resultados. Donde no se nota el menor optimismo es en el PSOE tras haber desperdiciado su oportunidad de formar Gobierno. Su máxima aspiración parece quedarse como están, no perder votos ni escaños, y optar tal vez a apoyar con la abstención a Podemos en un frente populista o a formar parte de la oposición y contemplar con melancolía como Rajoy e Iglesias protagonizan una pelea de gallos.