No ha pasado aún tanto tiempo en que el ir desde mi barrio de San Lázaro hacia el centro poblacional de la ciudad , era caminar desde extramuros, donde estaban los arrabales, hacia la urbe, la egregia capital leonesa de Zamora, la Perla del Duero, el Ocellun Durii (de algunos), la que "no se ganó en una hora"... Con una clara distinción entre el perímetro amurallado y su contenido social y lo que quedaba, también en lo social, fuera del mismo.

Desde ese mi barrio de nacencia, en calle Larga sanlazarína, sale todos los años, en primavera, un nutrido conjunto de fieles cristianos católicos que, en abigarrada hermandad, se dirigen al centro de nuestra ciudad, dentro del recinto amurallado, en procesión pública, que acompaña las imágenes, por mi queridas y veneradas, realizadas por Quintín de la Torre y Berasategui, Enrique Aniano Pérez Comendador y Ramón Abrantes Blanco. Tal cortejo realiza su acto culminante en la Plaza Mayor zamorana, con el soporte urbanístico de los dos ayuntamientos, la iglesia de San Juan de Puerta Nueva y los soportales que aún mantiene el lugar. En la observancia directa de Peromato.

De siempre me ha atraído referenciar la procesión, ahora primera, del lunes santo zamorano en el quiebro que su discurrir hace entre la calle Benavente, la plaza de Fernández Duro y la calle de Santa Clara, pero nunca he perdido la perspectiva de su manifiesta intencionalidad fundacional procesional del recuerdo a los difuntos propios de la hermandad, además, claro está, de hacer catequesis presencial en las calles zamoranas sobre la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. La imagen de "Jesús en su tercera caída" nos da la impresión a los lazarinos que la tenemos insertada en nuestro código genético, no solo forma parte de nuestra persona es que, en nuestro entender, la conforma. Tal es así que aunque vivamos en otra parte de la ciudad, o en otra población, volvemos a nuestra antigua parroquia para hacer adoradas visitas a tal imagen, a Nuestra Señora del Yermo y a San Lázaro (el de Betania) en el altar mayor. También vamos, preciso es decirlo, en la rogativa de san Marcos y la visita de "la prima". Nuestra Señora La Virgen de La Concha patrona coronada de la ciudad leonesa de Zamora.

En ese acto que hace la hermandad de Nuestro Señor Jesús en su tercera caída se canta fervorosamente, estrofas que llegan al intimo sentimiento de los cofrades y de los testigos del acto:

Tú nos dijiste que la muerte

no es el final del camino,

que aunque morimos no somos,

carne de un ciego destino.

Y tal mensaje hace reflexionar a todos los cristianos, ya que está en la base de nuestra religiosidad, de la continuación de la existencia incorpórea hasta el momento del final de los tiempos, cuando llegue la resurrección de los muertos.

Se hace después una exaltación de la omnipotencia divina, desde el inicio de los individuos (en el seno materno), como seres humanos y se traslada a la acción futura del devenir, tras el fallecimiento terrenal de los mismos, en aras del mundo optimo que, en la creencia que tenemos los cristianos católicos, vendrá a todos desde la misericordia de Nuestro Señor.

Tú nos hiciste, tuyos somos,

nuestro destino es vivir,

siendo felices contigo,

sin padecer ni morir.

Siendo felices contigo,

sin padecer ni morir.