El Misal Romano presenta dos celebraciones diferentes para el Jueves Santo: la Misa Crismal y la Misa de la Cena del Señor. Ambas se remiten a lo que hizo Jesús en la última cena, la víspera de su muerte. Lo peculiar de la primera es que solo la puede presidir el obispo, ya que en ella tiene lugar el rito de bendición de los óleos de los catecúmenos (utilizado en la preparación del bautismo) y de los enfermos (utilizado en la unción de enfermos) y la consagración del Santo Crisma (utilizado en los sacramentos del bautismo, confirmación y orden sacerdotal, además de emplearse en la consagración de los altares). En esta celebración los sacerdotes renuevan las promesas de su ordenación. Algunas diócesis trasladan esta Misa para facilitar la asistencia del clero, como sucede en Zamora, donde se celebra el Miércoles Santo por la mañana.