Aunque bien sabido es eso de que no se puede engañar a todos durante todo el tiempo, siguen los políticos empecinados en negar todo y siempre, por evidentes y notorios que resulten los hechos, y lo que es peor amparados por su propio partido, al menos mientras las pruebas no les hagan cambiar de postura. González (Felipe) ponía la manos en el fuego por Roldán, Pedro Sánchez confía de pleno en su muy imputado jefe de filas en Galicia y Rajoy continúa dando confianza a Barberá.

La polémica exalcaldesa de Valencia, ahora refugiada en el Senado, esa inútil institución a la que van a parar los perdedores, los desposeídos de otros cargos y los que no valen para otra cosa que apretar el botón que les manden, volvió a comparecer en rueda de prensa, acorralada por la corrupción que cada día más se va descubriendo en Valencia. Altiva, arrogante, dentro de la línea habitual del PP, no dio ninguna explicación, reiteró su inocencia y aseguró que ella es una profesional, lo cual es evidente y no hace falta que alardee de ello después de décadas viviendo de la política.

Naturalmente, a Rajoy le han satisfecho las declaraciones de la tristemente famosa Rita a la que todas las sospechas apuntan como presuntamente implicada en la trama de corrupción y blanqueo de dinero negro para el partido, justo lo mismo que se hacía en Madrid. Y hay ya muchas pruebas públicas y publicadas de todo ello. Pero al entorno del todavía presidente del Gobierno en funciones no le han satisfecho para nada las explicaciones o la falta de explicaciones de la exalcaldesa y eso es lo que han opinado, abiertamente, los más críticos con todo lo que está sucediendo, que asisten impotentes a ver cómo el PP se desmorona. Pero, eso sí, el PP ha abierto a Barberá y a sus concejales un expediente, aunque solo informativo, no se vayan a enfadar mucho.

Claro que no son los únicos que niegan todo y siempre. Ahí están, en el extremo opuesto, los de Podemos, que tras repetir una y mil veces que no hay crisis en su partido, pese a una decena de dimisiones en la cúpula regional de Madrid, que todos son campañas en contra de sus enemigos, y que Podemos va bien, en definitiva, ha sorprendido cesando de golpe y porrazo a su número tres, el secretario de Organización, a quien, además, acusa en un duro comunicado de ser el responsable de lo acaecido, o sea del cisma, por su deficiente gestión. Un chivo expiatorio, y a seguir con lo puesto, incluso iniciando una nueva rueda de contactos para que Iglesias y Sánchez puedan llegar a algún tipo de acuerdo y evitar nuevas elecciones que parece que ahora ya no quieren tras las últimas encuestas conocidas.

Porque siguen negándolo pero no cabe duda alguna de que la causa de la crisis ha sido las posturas distantes y enfrentadas de su número dos, Errejón, partidario de la abstención de Podemos que facilite el Gobierno de cambio, y el radicalismo de su líder y candidato empecinado en tocar poder pero en exclusiva y sin conceder la menor oportunidad a Ciudadanos, justo lo que nadie desea. Y no parece que la herida abierta esté cerrada, sino que pudiera hacerse más profunda y hasta infectarse.