Nos situamos en el mes de julio del año 1856, reinaba en España Isabel II "la Benéfica"; la soberana decidió salir de excursión, con toda su corte, por tierras de Castilla y León, Asturias y Galicia empleando como medios de transporte varias galeras tiradas por magníficos caballos percherones. Después de varias semanas de recorrido por las comunidades del noroeste de la península, de regreso a Madrid por la que entonces era llamada carretera real, se detuvieron en Benavente. Serían las once de la mañana del día 15 de septiembre cuando doña Isabel con su esposo e hijos hacían alto en la Puerta de la Soledad de la ciudad de los condes-duques. Allí les esperaban el gobernador civil de la provincia, el concejo de la localidad y los diputados a Cortes por Zamora.

En el lugar de la recepción se había levantado un arco de triunfo, que sostenían las armas de la ciudad, encontrándose también preparada una tienda de terciopelo carmesí, alfombrada de rica tapicería, para que sus majestades y altezas se quitaran el polvo del camino.

Los reyes se alojaron en el palacio de los condes de Benavente, donde grupos de niñas les rindieron un cariñoso homenaje; una guardia formada por niños vestidos a la chamberga custodiaron al príncipe de Asturias, el que luego sería rey Alfonso XII.

Los monarcas pasearon por la ciudad y visitaron los principales edificios. Doña Isabel mostró deseos de conocer el circo taurino (plaza de toros), y un carruaje tirado por seis mulas los llevó hasta el famoso lugar donde la reina recorrió todas las dependencias elogiando su sencilla construcción.

Cuando doña Isabel salió de la plaza fue necesario trasladar allí la tienda de terciopelo carmesí alfombrada para que se limpiara el polvo. Al abandonar el circo, cuentan haber oído decir a la reina: "Ahí queda eso", momento en que regaló 300 ducados para que la plaza fuera adornada con árboles frutales y en primavera se sembrara forraje en los tendidos. Parece que la plaza no reunía las condiciones idóneas que serían de desear, pero para los benaventanos siempre sería un honor contar con la visita de los reyes.