Convenimos en apreciar que el problema del desempleo es, seguramente, el más importante de los que adolecemos en España y en la mayor parte de los países. Son contados los pueblos que tienen empleados a sus ciudadanos al completo. En consecuencia, hay que arbitrar todos los medios al alcance de los ciudadanos para conseguir, si es posible, la solución al gravísimo problema. Los mismos parados, afectados por el vital problema, han ideado y han llevado a la práctica una solución que en muchos casos ha sido definitivamente eficaz, aunque haya sido en cantidad muy reducida. Se ha inventado lo que llamamos el autoempleo, es decir, la creación de empresas, en general muy reducidas en importancia o número de empleados, pero que han servido, por lo menos, para que quien la creó haya abandonado el desempleo con la propia ocupación y, en la mayoría de los casos, haya conseguido empleo para alguna otra persona de su entorno, familiar o próximo.

Conscientes de la importancia de tal solución, en alguna provincia, como Zamora, se ha promocionado una institución que fomenta el autoempleo; su sigla (existe hoy una tendencia muy generalizada a la creación de siglas) es Ecyl, que debe decir algo así como Empleo en Castilla y León. La eficacia de la institución es doble: por una parte, conseguirá excitar, en la práctica, la tendencia de los jóvenes a procurarse el empleo para sí mismos; por otra, llamará la atención de la juventud hacia esa solución salvadora, dando ideas que, puestas en práctica, serán muy útiles a nivel provincial o regional, hasta que cunda el ejemplo; después se conseguirá llegar al nivel nacional.

Una de esas ideas, ya enunciada y promovida, es animar a los padres a que solucionen el problema de sus propios hijos, procurándoles los medios, incluso, para que funden -o fundando ellos mismos- las empresas pequeñas que estén al alcance de una pequeña fortuna. Es muy sencilla la explicación: pongamos un padre que posee un capitalito (por ejemplo 40.000 euros) que piensa entregar a su hijo. En lugar de entregarle esos euros, para que él los emplee en lo que crea conveniente (hay el peligro de que muchas veces se invirtieran en diversión o en ocupaciones sin sentido), el padre, con su experiencia y conocimiento de la vida y ambiente en que se mueve, crea y entrega a su hijo una pequeña empresa en la que invierte esos 40.000 euros, de los que dispone y que no le son imprescindibles para vivir el mismo padre. De acuerdo que no hay muchos padres que dispongan de una cantidad como la supuesta. Se puede, sin embargo, entender que el joven de la suposición se case o piense en casarse pronto. Se unirán, en tal caso, dos jóvenes que van a confluir en una única empresa familiar. ¿No es posible que, así como están de acuerdo en el matrimonio, los padres de ambos se pongan de acuerdo en solucionar para los dos cónyuges el problema del paro? Y eso, contando con que se puede acometer una empresa cuyo capital inicial no llegue a esa cantidad supuesta, sino a otra más modesta.

Ya se han dado casos en los que algunos jóvenes, que han celebrado su matrimonio, han decidido la inutilidad, o no necesidad, de un viaje de luna de miel inmediato a la boda y han acometido una vida ordinaria, dejando para más tarde y mejor ocasión ese viaje de novios tan apetecido. Tanto más cuando, en la actualidad, el ansia de viaje es tan importante que trata de conocer países remotísimos. No es insólito que, cuando se ha contribuido a los gastos o previsiones de una boda, se reciba un mensaje con estas palabras: "Gracias por ayudarnos a conocer el mundo". En otras palabras: se hacen ahora viajes de novios muy costosos. No se lleva a cabo -como hacíamos en otros tiempos- la visita a un familiar que reside en una capital de la misma región o nación; o, a lo sumo, en una nación vecina. La cantidad empleada en "conocer el mundo" bien puede servir para fundar el pequeño negocio que proporcione empleo a los casados y, tal vez, a algún hermano afectado por la desgracia del paro. Mi enhorabuena por el Ecyl zamorano; y por cualquier contribución a fomentar el autoempleo, sobre todo en la desocupada juventud.