Los católicos en España tenemos una paciencia a prueba de bomba. No pasa un solo día sin que, desde la izquierda radical, se nos injurie a conciencia con ofensas gratuitas que muy bien podrían evitarse. Hay infinidad de cosas del Islam que no me gustan, que las encuentro más propias del oscurantismo del Medievo que de nuestro siglo, como por ejemplo la sharia que si bien es el conjunto de normas religiosas, y en ocasiones también civiles, para que los musulmanes que viven bajo ellas sigan el camino recto, hay que reconocer que se ha cargado de tintes negativos debido a los abusos que en los países musulmanes se hacen en su nombre. Sin embargo, allá los musulmanes. No se me ocurre, y no por miedo como se pudiera pensar, realizar una crítica, y mucho menos dedicarles un insulto.

En la Barcelona de Colau todo es posible. Incluso las peores indecencias. El respeto no figura en la escala de valores de esta gente. Se celebra la entrega de los Premios Ciudad de Barcelona. Sin venir a cuento, una tal Dolors Miquel, al parecer poetisa, no pido perdón por no conocer su obra y ni siquiera su existencia, se puso a recitar con gran vehemencia unos versos radicales que correspondían a algo así como una especie de Padre Nuestro de cargado y absurdo contenido sexual. Absolutamente insultante.

Podría transcribirlo en catalán, lengua que escribo y hablo, pero no me da la gana. Lo voy a hacer en español para que llegue al lector en toda su rudeza y crudeza. La tal señora, que es toda ella como un dolor, se despachó diciendo: "Madre nuestra que estáis en el celo, sea santificado vuestro coño, la epidural, la comadrona...". Me niego a transcribir el resto. Vergonzoso. Indignante. Impropio de personas educadas.

Pocos ovarios tiene la Dolors esta. Me gustaría verla haciendo lo propio con algún versículo de El Corán. Pero, ¡ay amigo!, llegan los del Daesh con el kalashnikov o el cinturón bomba y o la barren del mapa o la lapidan directamente. Ya vimos cómo se las gastaron en París y con gente que nada les había hecho, como para hacerles cualquier afrenta. Para collons los de un tal Salman Rushdie cuyos "Versos Satánicos" le valieron la amenaza de muerte permanente que todavía pesa sobre su vida, por parte de quienes se sintieron ofendidos por un libro que no es otra cosa que un intento de interpolación en el Corán descrito en la biografía de Mahoma escrita por Ibn Ishaq. No entiendo por qué hay que ofender gratuitamente, por qué hay que herir la sensibilidad de quienes rezamos a la Madre de Dios en los momentos de tribulación y la tenemos presente porque nos enseñaron a amarla y honrarla como corresponde. Precisamente Ella que nada nos ha hecho más que librarnos de algún que otro mal. Me gustaría saber cuánto tiempo seguirán abusando de nuestra paciencia, que algún límite debe tener, digo yo.