Días pasados nuestro diario publicó la triste y lamentable situación en que se encuentra el noble edificio de la Fundación González Allende, una institución que ha marcado uno de los capítulos más dignos de la historia de la noble ciudad de Toro.

Creo recordar que fue el 17 de febrero de 1979 cuando el ministro Pío Cabanillas Gallas firmó en el Ayuntamiento el documento por el que la fundación pasaba a ser Casa Municipal de Cultura.

Manuel González Allende luchó a la desesperada como diputado porque Toro fuera la capital de la naciente provincia, basándose en la enorme carga histórica de esta noble ciudad, firme en su propósito de crecer con los tiempos y la cultura como campo de acción.

Nació la fundación y se restauró el palacio. Poco tiempo después de ser Casa de Cultura se realizaron algunas obras a través de la Diputación, dirigidas por su arquitecto.

No podemos olvidar nunca la obra cultural desarrollada por la fundación, destacando los programas y cursos de intercambio de alumnos con Francia.

Muy elogiosos son los comentarios que se pueden hacer de las fundaciones Allende y Sierra Pambley. La primera por su gran trabajo en Toro y la segunda por la actividad en Moreruela de Tábara.

Deseamos y esperamos, con el mayor interés, que el palacio sea rehabilitado para que recupere su belleza y pueda ser disfrutado por la ciudad toresana. A la fundación González Allende hay que reconocerle la impagable labor en la Ciudad de las Leyes.