Y en eso se ha convertido el hemiciclo del Congreso de los Diputados, en un enorme escenario donde la falsedad bien ensayada y el estudiado simulacro, abundando en la letra de la famosa canción de La Lupe, se dan cita desde el pasado miércoles. Drama, tragicomedia, comedia bufa, auto sacramental, entremés, sainete y farsa, formas mayores y menores del teatro, tienen su lugar preferente como pudimos ver todos los españoles en medio de la perplejidad, de la risa, de la guasa y del desencanto en ese edificio que puede dejar de ser respetable como se permita a algunos actores tomarse licencias que no son de recibo. Ya sé que no hay guion establecido, que cada cual, dependiendo de la ideología a la que esté adscrito, más que de los intereses de España y de los españoles, se escribe el suyo, pero en eso también hay unas reglas que no pueden saltarse a la torera.

Los nuevos cómicos de la legua han tomado ya el Congreso de los Diputados, introduciendo algunos ritos que no se conocían ni en nuestra democracia ni en otras de mayor trayectoria histórica. Cabe esperar que el tiempo, que todo lo da y todo lo quita, ponga las cosas en su sitio y el esperpento no se vuelva a producir, porque fue vergonzoso tal y como han recogido infinidad de rotativos internacionales de reconocido prestigio. El show lo llevaban, especialmente los podemitas, perfectamente ensayado, aunque alguna que otra diputada incapaz de memorizar unas líneas, que ni ellos mismos se creen, tuvo que echar mano de la chuleta porque el apuntador no daba abasto.

Yo creí que los puños en alto y los brazos extendidos en un ángulo de alrededor de 40º sobre la horizontal eran fórmulas trasnochadas que la sociedad española había superado y mucho más tratándose de jóvenes. Se ha visto bien a las claras que no. No hay más que ver a Errejón. Espero y deseo de corazón que la renovación política sea otra cosa. Que no se trate de la puesta en escena que algunos llevaban perfectamente ensayada y que estuvo medianamente orquestada. Hasta con banda de música, además valenciana, para los de Compromís, que por algo Valencia presume de contar con las mejores bandas de España. El espectáculo, además gratuito, si no fuera por la pasta gansa que se van a llevar los de la casta y los de la caspa, ahora por fin unificados, fue cómico, como si de los Goya se tratara. Faltó Dani Rovira para darle la gracia que el actor andaluz tiene por arrobas. Y mientras los diputados se nos infantilizan, igual que en un escenario, hicieron lo que mejor saben hacer: actuar que, en este caso, es sinónimo de mentir. Conozco sobradamente la obra. Por eso no les creo a pesar del esfuerzo realizado. Lo suyo, lo de ellos, los que quisieron armarla para impedir que la atención recayera en lo verdaderamente importante, por ejemplo: el discurso de Patxi López, me parece que es teatro, puro teatro y no precisamente del bueno.