Quiero dedicar estas líneas escritas con mucha admiración y mucho afecto al Grupo de Coros y Danzas Doña Urraca. Ha cumplido sesenta primaveras que está festejando por todo lo alto. Se enfrenta al futuro sin una arruga, con la tersura de su trabajo y la seguridad, gracias a la "cantera" que le permite pensar en el futuro sin agobios, sin problemas, conscientes de que si lo difícil es mantenerse, ellos lo han sabido hacer, inoculando el gusanillo de lo mejor de nuestro folclore a los chavalitos y chavalitas que forman su escuela. Sesenta años es toda una vida y sus componentes son ya, sin ambages, patrimonio de Zamora y de todos los zamoranos que tan orgullosos nos sentimos de su trayectoria.

Lo difícil ya está conseguido: mantenerse en el tiempo. Miguel Ángel Santos, director del grupo, lo está haciendo francamente bien, como lo demuestra el calendario de actividades organizadas con motivo de la efeméride. Los bailes de esta tierra que corrían el serie peligro de desvanecerse en el olvido, han sido rescatados y documentados para que Zamora no pierda su memoria folclórica, para que las nuevas generaciones e empapen de su vistosidad, de su rigor, de su ritmo, de su color, de todo lo que conlleva ser parte del elenco de una asociación que ha sido y es la mejor embajadora del folclore zamorano dentro y fuera de España.

Sus éxitos en distintas ediciones de la Europeade así lo ponen de relieve. Recuerdo que tuve el honor de acompañarles en una edición que se celebró en Viena y de la que guardo recuerdos imborrables y fotografías a barullo que ponen de manifiesto la admiración que despertaban al bailar, sí, pero también al pasear por las calles y plazas de la Viena imperial, con sus ricos trajes de bordados multicolor que despertaban la envidia de otros grupos, más austeros en el colorido de sus vestimentas. Ellos y ellas son como el cine en color frente al blanco y negro o sepia de otras indumentarias.

Deben ser tantas las vivencias, las anécdotas, los recuerdos, al cabo de sesenta años, que un año que ha sido intenso, me parece poco para hacerlos aflorar todos. Menos mal que las exposiciones donde se muestran fotografías, carteles, trajes y mil y un detalles hacen más fácil la comprensión de un evento que cuenta con el aplauso unánime de los zamoranos. Por lo menos con el mío que no puedo sustraerme a reconocer el gran valor que tiene este grupo en el acervo de las tradiciones y costumbres de Zamora.

Estos son días de felicitaciones, de emociones, marcados por la memoria de seis generaciones de integrantes cuyos recuerdos pueden formar una hermosa montaña de vivencias que son irrepetibles, cuántas de ellas nacidas en los viajes internacionales que universalizaron al grupo. Un grupo de aplauso y para el aplauso que sigue con la misma fe, la misma ilusión y los mismos sueños que el primer día. Desde estas líneas me uno a la felicitación multitudinaria de todos los zamoranos que deseo materializar en una persona a la que admiro y aprecio a partes iguales, Miguel Ángel Santos. A seguir sin desfallecer, amigo mío, haciendo camino al andar y al bailar.